Por Facundo Bazán
Las Cuestiones y Contiendas del Proceso Social de Hoy.
El pasado 30 de septiembre, Ecuador eligió a quienes sesionarán en la Asamblea Constituyente. La lista PAÍS –liderada por Rafael Correa– obtuvo el 71 por ciento de los votos, y 80 bancas de 130. Esto marca el punto más alto de su legitimidad en diez meses de gobierno.
Luego de dos décadas de políticas neoliberales extremas, el pueblo ecuatoriano ha orientado su voto hacia quien promete un Estado capaz de regular los movimientos financieros y controlar a los monopolios mineros y agroexportadores, pero sin modificaciones estructurales.
La Asamblea Constituyente, que se instalará mañana entre cuestionamientos sobre la vigencia de sus futuras resoluciones, funcionará en diez comisiones, con ocho miembros de mayoría de PAIS cada una, e incluirán a la oposición. Gremios agrícolas, de la salud, de trabajadores y consumidores siguen enviando desde las bases más y más propuestas esperanzadas.
Sin embargo, personajes de la política tradicional en Ecuador, no cesan de formular sus críticas y alejamienmto. Así, Jaime Nebot cuestionó el borrador del reglamento de la Asamblea, asegurando que este no puede estar por encima del estatuto aprobado en abril. A su vez, el presidente del Congreso, Jorge Cevallos, rechazó el inminente receso del Congreso que decidirá la Asamblea : “Todo menos la dictadura”, dijo. Por su parte, el Presidente del Tribunal Supremo Electoral, Jorge Acosta, presentó su renuncia ante el virtual presidente de la Asamblea, Alberto Acosta.
Para justificar las críticas lanzadas contra la quinta transitoria, que mantiene vigentes todas las normas previas, con excepción de lo que resuelva en sentido contrario la Asamblea, se ha pretextado que su redacción recuerda el estilo usado por los gobiernos dictatoriales pasados. La plutocracia teme que la indiada organizada en bases tiña de cobre la Carta Constitucional.
Más allá del apoyo brindado por los electores al joven partido de Rafael Correa, hay que destacar los estridentes fracasos del PSP (Partido Social Patriótico), cuya figura más visibles es el ex presidente Lucio Gutiérrez, y del PRIAN, fórmula política liderada por el magnate Álvaro Noboa. El rotundo rechazo hacia estos actores marca, sin lugar a dudas, el fin de una época. Y es que el dominio político de las últimas décadas había oscilado entre un populismo –frecuentemente de arraigo militar– proveniente de la sierra, y una poderosa coalición de derecha, amparada en líderes demagógicos, oriunda de la costa.
El gran interrogante es si Correa y su alianza PAÍS son los protagonistas de la transformación profunda que Ecuador necesita. Por eso, no es extraño que igual que en Venezuela y en Bolivia, el gobierno de Correa haya orientado su política hacia la conformación de una Constituyente.
Los movimientos y las organizaciones de base desgracidamente siguen funcionando como mecanismos de apoyo más que de decisión; si las leyes llegaran a aprobarse como en Bolivia, ¿de dónde saldría la fuerza para defender la nueva Cosntitución, del poder insitucional, del poder militar, del poder económico o del que actúa sin poder en las calles? El ejemplo Boliviano es patético.
El pasado inmediato : vacío político, desborde popular y desvío reformista
La rebelión popular en curso en el Ecuador, desde las nacionalidades indígenas, amazónicas y campesinas que lo conforman, en una oleada dispuesta a la forja de un nuevo país, ha sido desviada, con el concurso del reformismo de las izquierdas adocenadas, hacia tareas Constituyentes, como condición sine qua non es posible cualquier cambio histórico, treta de las más viejas usada por la burguesía en su historia preñada de traiciones y auto-negaciones.
Revisar las concesiones que favorecen a las transnacionales y corporaciones imperialistas es ciertamente una tarea antiimperialista, porque empata con la defensa de los recursos estratégicos para las nacionalidades que el territorio alberga y con la conservación ecológica que el imperialismo y la derecha salvaje neomercantilista desprecian, pero la tarea más importante del proceso es la oportunidad de dotar a cada nación indígena, ninguneadas como “minoría étnica”, del ejercicio efectivo del poder político para dar sus propias leyes dentro de un espectro plurinacional federativo, al que las derechas decimonónicas temen. Allí están como evidencia las movilizaciones indígenas en defensa de los recursos naturales de cada región, empujando a Correa contra sus promesas. Lo mismo que ocurre en Bolivia y Perú, y más lentamente en Brasil y en Venezuela.
En su ascensión al mando, en medio de la rebelión indígena, Correa la invitó a un plebiscito para establecer la procedencia de una constituyente, para apaciguar los ánimos. Dado que la izquierda ecuatoriana, plagada de reformismo, oportunismo y espontaneismo, abrazó la alternativa, la oligarquía y la partitocracia se movilizaron contra ella de inmediato para reventar la convocatoria, entonces, el pueblo fue invitado a optar por el status quo neoliberal sin cambios o la posibilidad de cambios legales sin poder efectivo, y abrazó esto último.
Como era de esperar, la plutocracia en el Congreso negó la iniciativa ofrecida por Correa, aprobando su veto a la Constituyente, defendiendo la permanencia de los diputados y la de todo funcionario electo hasta el término de sus mandatos. Rebasada, intenta convertir la elección de los miembros a la Asamblea en un circo, invitando a que miles de individuos se presentaran como candidatos sin suscriptores, haciendo impracticable el proceso, y proclamando la dispersión total del voto.
Correa, como buen Pilatos, para aparentar, eliminó las cláusulas restrictivas de esa ley, pero envió la propuesta a morir a manos del Tribunal Electoral Superior, bastión de la partitocracia. Pero las manifestaciones populares ante las sedes del Tribunal y del Congreso conminaban a Correa a promulgar directamente la Constituyente o a ser desbordado. Jorge Acosta, de la derecha más tradicional, Presidente del Tribunal Supremo Electoral, para ponerlo en entredicho, declara, para sorpresa de todos, que sólo la propuesta de Correa sería votada en abril. Pero la mayoría de su bancada en el Congreso no lo entiende y se le viene encima, votando para relevarlo inmediatamente. Al día siguiente, mientras las masas rugían en las calles, esa mayoría parlamentaria fue expulsada del Congreso por “actitud inconstitucional”.
La gente tomó las calles jubilosa, atribuyéndole el triunfo a Correa, que apoyado por los manifestantes ordenó a más de 1.500 policías rodear el Congreso e impedirles la entrada. Pero ellos sabedores de ser mayoría, apostando a provocar una crisis institucional, deciden sesionar clandestinamente en un Hotel, pero las masas les ridiculizaron en el exterior. En una jugada obligada, para no ser desairado por la derecha, Correa llama a los sustitutos del mismo partido a ocupar los escaños si aceptaban la decisión del Tribunal. Veinte de ellos rompieron la disciplina de sus partidos y el Congreso consiguió el quórum necesario.
Los actores tradicionales y nuevos de la palestra :Los Partidos PolíticosLos resultados electorales de los últimos años confirman la impronta regional en el fraccionamiento político ecuatoriano. En la Sierra ganan el centro y la izquierda, en la Costa, la derecha y el populismo. El voto del centro y centro izquierda, más fraccionado, exhibe al bloque de 6 partidos que recibe el porcentaje mayoritario de votos : PSC, ID, PRE, DP, MUPP, MPD además del PRIAN.
Tendencias y reacomodosLos cambios no son significativos hacia afuera, pero hay reacomodos notorios al interior de cada tendencia. En el populismo, el PRIAN disputa más espacios al PRE. En el centro, la ID (socialdemócrata) copa el espacio de centro-derecha representado por la DP-UDC, democracia-cristiana, fraccionado y con poca credibilidad, por lo de Mahuad. En la izquierda, el MPD se ratifica mientras el PS-FA (unión de tendencias socialistas y excomunistas) se confina desde hace años a una simbólica presencia. Pachakutik (MUPP), partido originalmente formado por los indígenas, mantiene su porcentaje del 5 % debido a su rasgo pluricultural de buena gestión local amazónica.
Los MovimientosEn general son organizaciones de corta duración, tanto en el espectro de derecha como en el de izquierda. En el 2004, la mayoría de esos movimientos estuvo en el lado de las alianzas de derechas. Ahora es la derecha que pierde credibilidad por promover la “modernización” neoliberal en curso, de nefastos efectos sociales. Los partidos del centro a la izquierda, en cambio, se recuperan y realinean a su interno, en lo que puede ser un síntoma de cambio de ciclo político.
Las AlianzasLa emergencia de partidos regionales pero la no emergencia de un partido inter-regional, y la no modificación sustancial del discurso de las tendencias a pesar de ciertas redifiniciones, invita a pensar en la necesidad de un juego político plasmado en alianzas más amplias y más polarizadas en torno a programas a la vez principistas y prácticos, capaces de visiones fundantes y constructivas. El reconocimiento práctico de la necesidad de integrarse en vez de persistir cada organización por separado, es un fenómeno de convergencia absolutamente inevitable. Entre estas la más significativa es la de País, del actual Presidente Correa, mientras pueda mantenerse encima de la tabla, presionado por la derecha y por las masas.