Por Facundo Bazán
¿Por qué clase de extraño conjuro ningún narrador de cuentos menciona explícitamente a la bruja mala de este intríngulis interminable, enemiga fundamental detrás del curso extraño que los acontecimientos toman en este lado del bosque de nuestras pesadillas continentales?
¿Por qué extraño motivo esa bruja fea se anima públicamente -en alardes de autenticidad estentórea- a confesar y proponer con transparencia cínica sus más abominables apetitos, sus más recónditos intereses y más inconfesables odios jurados?
Si nadie conjura el ensalmo con que amarra la incondicionalidad sonambúlica de las instituciones, la mansedumbre servil de las ideas oficiales o la desnudez de las individualidades vergonzantes, este cuento acaso termine cuando al no cerrar el libro, ésta pesadilla vuelva a recomenzar.
Sin renunciar a la bata negra, la svástica al cuello y la bandera de la Sociedad de la Calavera y los Huesos Cruzados, de sus ancestros nazis, ni siquiera los graciosos gorros de pico o las escobas voladoras podrán disimular el ridículo alarde democratizador del que ha hecho gala su esperpéntica figura. La varita mágica del mando militar que esconde bajo la manga sangra aún.
Sin esconder sus inveteradas verrugas y aliento de azufre, la bruja malévola se embellece delante del espejito complaciente de la televisión, preguntándole quién es la más linda, en el ocaso de su mandato e inminente quiebra, pero aún así se da maña para soliviantar los arrestos fascistas de su “amigo” Uribe, agradecido hasta la genuflexión.
Tras los augustos oropeles de una respetable anciana pretende proteger la seguridad global de sus hijuelos, pero los nítidos perfiles de sus orejas, fauces y garras no atenúan la naturaleza y la impronta de sus tenebrosos planes caribeños, que apuntan a la vez contra Cuba y el resto de América Latina, contra ecologistas, comunistas, fundamentalistas y terroristas mundiales.
Ni como bruja ni como lobo podrá esconder jamás las huellas de su paso por el mundo, ni la pelambre hirsuta de su baja ralea ni su especiosa verborrea, ni las mañoserías de su ayuda financiera, tecnológica y militar. No todos se venden como los judíos por un plato de lentejas, treinta monedas de plata o un Becerro de Oro.
Donde quiera que haya olor a mierda, carroña y vísceras, tendidas al sol sobre las arenas, los prados, las montañas o los bosques del mundo, allí estará muy cerca la misma vieja codiciosa dispuesta a cobrarse inescrupulosamente su cuota espuria de poder para no morir aún.
Allí están las décadas de martirologio centroamericano, africano, árabe-palestino y asiático. Allí están sus acciones nucleares o antinucleares en Japón, Irak, Corea, Vietnam, Indonesia, Cuba, Irán, Afganistán y ahora Venezuela; allí sus fuertes militares más allá de sus fronteras, sus misiles en Turquía, Polonia y República Checa, provocando a Rusia para una nueva Guerra Fría que estimule el armamentismo para sacarle a la mala de la grave crisis terminal que atenaza al Imperio.
Allí está el grave horror del deterioro de la capa de ozono, del calentamiento global, la desertificación, el deshielo acelerado, la contaminación de aires, aguas, suelos, con gases, relaves e insecticidas mortales. Allí, sus experimentos bacteriológicos en animales y hombres, sus máquinas para cambiar el clima, la voluntad humana, y espiar simultáneamente al mundo entero, junto a todas las atrocidades que han inventado para imponernos como realidades sus fantasmagorías.
Por eso, mientras las FARC trabajan la iniciativa política y sus enemigos pasan a la ofensiva militar, todos les sugerimos remonten los obstáculos que en ese terreno los Uribe y los Bush les seguirán poniendo para frustrar su paso a Fuerzas Beligerantes.
Sarkozy ha dicho recién que “las democracias se defienden del terrorismo con las reglas de las democracias, y que nadie va más allá de sus fronteras a perseguir terroristas. Al revés de Bush, que azusa inestabilidades para pescar a río revuelto, Sarkozy ha dicho que “si las FARC permiten que Uribe frustre la liberación, e Ingrid muere en su encierro, no habrá forma de sacarles de la lista negra de los grupos terroristas”.
A sabiendas de que la Señora Betancourt se agrava, Uribe asesina al negociador justo cuando la triangulación, entre Francia, Ecuador y Venezuela, estaba pronta a liberarla. Ahora sabemos que invadió Ecuador para provocar su muerte, y no dejará de hacerlo hasta manchar para siempre a las FARC, o morir en el intento.