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Tuesday, July 14, 2009

Cuentan las leyendas amazónicas

Por Raúl Pastor Gálvez
martes 09,06, 2009

Cuentan las leyendas que "los hombres de la neblina", hijos del Yapura, origen del agua en las alturas, fueron felices durante siglos en las márgenes del Marañón. Luego, el sueño de Orellana, continuado por otros canallas, disfrazó las cifras del horror tras el mito de “El Dorado”, primero, y del “Progreso”, después. En una historia desesperada, la vida y la codicia se han enfrentado en lucha, una y otra vez. Del árbol más alto al animal más raro, el foráneo usurpó el bosque, el agua y la libertad, ahogando a los nativos en sufrimientos inenarrables, torturados por aventureros, inquisidores, y politicastros.
El sueño de la canela condujo al oro resplandeciente, y la evangelización a la tutela paternal, como si fueran gentes indefensas. El mayor horror vino, sin embargo, a inicios del siglo XX, bajo el fuete de los patronos y capataces caucheros. El “árbol que llora” gimió en condiciones tan miserables como los nativos que morían sin pruebas a manos de policías obligados a ser instrumentos de la impunidad.Ríos como el Utcubamba y el Marañón aún cobijan en sus cuencas a las tribus diezmadas de los jíbaros, aguarunas y huambisas, ajenos a la civilización occidental, moderna y liberal. Sin destruir a la madre que les da comida, medicina y abrigo, así vivieron hasta que Tejeira, Orellana, Alvarado, Monteverde, Lope de Aguirre y otros criminales como Fitzcarraldo y Belaunde redescubrieron en la selva un motivo para su obsesión colonial.
Al lema “la tierra de los chunchos es nuestra y nuestro el verde de nuestros sueños promisorios” todo quedó talado. El desierto avanza en medio del verdor marginal, los troncos elevan sus muñones tronchados al cielo. Los gobiernos venden lo que queda, baratito no más a quienes prometen sibilinamente transformar el charco nauseabundo donde todo ha muerto en el paraíso de la palma y el sacha inchi, penetrados por carreteras que nosotros mismos hemos construido.
El raquitismo, el envenenamiento, la gripe, la hepatitis, el paludismo y otros males son los signos demagógicos del progreso, predicado en la selva, pero hecho realidad para la crema limeña. 8,000 incendios diarios evidencian la pesadilla del oro y el nuevo exilio o la esclavitud de los nativos. ¿Quién le creerá a Brack, si García hizo cifras en público el día de su asunción al mando? Ríos muertos en vez de aguas cristalinas, fetos deformes en vez de niños libres, cazadores devastados por el fuego del mercurio, comunidades sin memoria en el miasma de la depresión: estos son los síntomas del Síndrome de Minamata, La locura que contemplamos en las imágenes oculta la verdad: cámaras incautadas, elevado el umbral de la censura, ajustadas las mordazas del fascismo, y el ritmo del tableteo de las balas: impedir la protesta disparando a matar.
¿Una tonelada de oro justifica una tonelada de mercurio o de cianuro en las aguas de los paisajes verdes que venden los programas del turismo oficial? Por cada nativo que muere un ángel se marcha; por cada árbol que muere una estrella se apaga , por cada río salado desaparecen por miles las libélulas y los últimos delfines rosados. ¿Por qué no se van de la selva y del país los madereros, los mineros y los sepultureros y todos sus amigos? No hace falta hablar de cifras necrológicas.
Todo calla en el espanto de la ausencia. Los únicos que pretenden engañarse son los que gobiernan por la fuerza contra naciones sin poder suficiente para defender el modo en que quieran vivir para siempre.

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1 Comments:

Blogger Carlos said...

Hola compañer@s!
Antes que nada saludar y felicitar por el blog. Si bien hace poco tiempo que lo conozco.. he ido leyéndolo de a poco :)

Me gustaría invitarlos a participar en http://www.resistenciadigital.com.ar

Saludos!

Revolución, Victoria, Patria o Muerte!

3:05 PM  

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