“Las guerras del agua"
Por Facundo Bazán
Mientras a Brian Fagan, arqueólogo y antropólogo británico, profesor emérito de Antropología en la Santa Bárbara University-USA, en su libro 'El Largo Verano', se le paran los pelos al pensar en las implicaciones que los cambios climáticos de los últimos 15 mil años tuvieron en el auge y desaparición de civilizaciones enteras, a Alan García, no se le ocurrió nada mejor, para despertar el interés de la colonia de termitas empresariales que se dieron cita en el CADE-Trujillo, que hacer en voz alta cálculos -ecológicamente irresponsables- sobre cuántos pies de madera hay en cada árbol gigantesco, de los que pueblan por miríadas las más de dos millones de hectáreas sin “aprovechar” en las selvas vírgenes de nuestra amazonia, que lo son sólo en el mismo sentido en que lo son las mujeres (comentario sexista que por cierto le celebraron hasta sus ministras mujeres).
Al inicio del libro narra cómo el gobierno norteamericano intentó controlar al, muy peligroso y difícil de controlar, río Missisippi, con leyes, cosa que incluso con la tecnología moderna no es siempre posible. El huracán Katrina nos lo enseñó. Pero incluso cuando podemos hacerlo ni las ecuaciones más complejas sirven para anticipar responsablemente las consecuencias de nuestros actos a largo plazo al cambiar el entorno, provocando finalmente un problema mayor que el resuelto, como anticipaban ya Marx y Engels, hace más de un siglo. ¿Podemos vivir sin causar esos nuevos problemas mayores que arrastran soluciones cada vez más caras? La producción intensiva que el capitalismo promueve tanto nacional como mundialmente no puede prescindir de esos modos de intervención, en eso se basa precisamente el asunto de la inversión en técnica y tecnología para resolver lo que con ellas se genera.
Tenemos que vivir con la naturaleza, pero ella ha hecho desaparecer a civilizaciones que no le infringieron ningún daño previo. Y tomando por caso el Fenómeno de El Niño, dice que de él nadie sabía nada. Grave error. Nuestras civilizaciones ya sabían estadísticamente de sus ciclos cortos y largos, y en base a ellos, y a su astronomía y a la observación del comportamiento de los animales, podían hacer prognosis que les ayudaban a adecuarse sin sucumbir como víctimas. En todo caso, nuestras culturas precolombinas, son en muchos sentidos el modelo de respuesta técnico y ético para la salvación del resto de culturas. Al respecto puede consultarse el libro de Josef Eastermann, “Filosofía Andina”.
La interacción virtuosa entre los cambios sociales respecto de los ambientales y viceversa aguarda ese salto adelante, pero él supone el salto a un socialismo agrario sin tótems mercantiles, narrado ya por gentes como Tomás Moro, Tomás de Campanella, Bacon y Voltaire.
La salvación de la inmensa mayoría de habitantes depende de ello, y ello depende de que la voluntad de los que nos demos cuenta sea más firme y eficaz que los medios que USA usa para infundirnos miedo para dejarla precipitarnos cuesta abajo por la pendiente de la barbarie.
En un estudio hecho en Inglaterra se establece que, en 50 años, el 20% de la humanidad vivirá en extrema sequía, en lugar del 3% actual, pero este porcentaje crecerá en menos tiempo, es seguro. Yo estudio el pasado, afirma, y cuando miro al futuro, continúa, acabo muy asustado. Pero, soy mayor y no estaré aquí (sonríe) pero no por eso debemos dejar el futuro al garete. Los que dirigen el barco nos dicen que los grandes nubarrones en el horizonte no son una gran tormenta. Pero es como con el cáncer : puedes negarlo o ser drástico, aquí y ahora, ya. Más tarde es demasiado tarde. Reyes, Presidentes, Primeros Ministros y demás no tienen ninguna sensibilidad, consciencia y responsabilidad social. Aunque hablen de ello, no les importa.
Mientras Holanda necesita mirar a corto plazo los efectos del cambio climático sobre su territorio, por el asunto del aumento del nivel del mar, en cambio, Estados Unidos probablemente reaccionará sólo frente a los peores efectos en la fase final del proceso de destrucción generalizada, provocada por ellos, recelosos de un Tratado tan dentro del capitalismo como el de Kyoto. Tanto sus gobernantes como su gente común dicen : queremos una vida sin sobresaltos, basta de catastrofismos, no deseamos estas cosas a diario en los periódicos.
Pero como esos problemas, sin embargo, no desaparecerán … deberemos resolverlos políticamente ahora, o más tarde ya no se podrá. A García y sus arrestos neo-colónidas pongámoslos de malejemplo en las escuelitas del mundo entero, respecto de lo que no se debe ni se puede promover.
Mientras a Brian Fagan, arqueólogo y antropólogo británico, profesor emérito de Antropología en la Santa Bárbara University-USA, en su libro 'El Largo Verano', se le paran los pelos al pensar en las implicaciones que los cambios climáticos de los últimos 15 mil años tuvieron en el auge y desaparición de civilizaciones enteras, a Alan García, no se le ocurrió nada mejor, para despertar el interés de la colonia de termitas empresariales que se dieron cita en el CADE-Trujillo, que hacer en voz alta cálculos -ecológicamente irresponsables- sobre cuántos pies de madera hay en cada árbol gigantesco, de los que pueblan por miríadas las más de dos millones de hectáreas sin “aprovechar” en las selvas vírgenes de nuestra amazonia, que lo son sólo en el mismo sentido en que lo son las mujeres (comentario sexista que por cierto le celebraron hasta sus ministras mujeres).
Al inicio del libro narra cómo el gobierno norteamericano intentó controlar al, muy peligroso y difícil de controlar, río Missisippi, con leyes, cosa que incluso con la tecnología moderna no es siempre posible. El huracán Katrina nos lo enseñó. Pero incluso cuando podemos hacerlo ni las ecuaciones más complejas sirven para anticipar responsablemente las consecuencias de nuestros actos a largo plazo al cambiar el entorno, provocando finalmente un problema mayor que el resuelto, como anticipaban ya Marx y Engels, hace más de un siglo. ¿Podemos vivir sin causar esos nuevos problemas mayores que arrastran soluciones cada vez más caras? La producción intensiva que el capitalismo promueve tanto nacional como mundialmente no puede prescindir de esos modos de intervención, en eso se basa precisamente el asunto de la inversión en técnica y tecnología para resolver lo que con ellas se genera.
Tenemos que vivir con la naturaleza, pero ella ha hecho desaparecer a civilizaciones que no le infringieron ningún daño previo. Y tomando por caso el Fenómeno de El Niño, dice que de él nadie sabía nada. Grave error. Nuestras civilizaciones ya sabían estadísticamente de sus ciclos cortos y largos, y en base a ellos, y a su astronomía y a la observación del comportamiento de los animales, podían hacer prognosis que les ayudaban a adecuarse sin sucumbir como víctimas. En todo caso, nuestras culturas precolombinas, son en muchos sentidos el modelo de respuesta técnico y ético para la salvación del resto de culturas. Al respecto puede consultarse el libro de Josef Eastermann, “Filosofía Andina”.
La interacción virtuosa entre los cambios sociales respecto de los ambientales y viceversa aguarda ese salto adelante, pero él supone el salto a un socialismo agrario sin tótems mercantiles, narrado ya por gentes como Tomás Moro, Tomás de Campanella, Bacon y Voltaire.
La salvación de la inmensa mayoría de habitantes depende de ello, y ello depende de que la voluntad de los que nos demos cuenta sea más firme y eficaz que los medios que USA usa para infundirnos miedo para dejarla precipitarnos cuesta abajo por la pendiente de la barbarie.
En un estudio hecho en Inglaterra se establece que, en 50 años, el 20% de la humanidad vivirá en extrema sequía, en lugar del 3% actual, pero este porcentaje crecerá en menos tiempo, es seguro. Yo estudio el pasado, afirma, y cuando miro al futuro, continúa, acabo muy asustado. Pero, soy mayor y no estaré aquí (sonríe) pero no por eso debemos dejar el futuro al garete. Los que dirigen el barco nos dicen que los grandes nubarrones en el horizonte no son una gran tormenta. Pero es como con el cáncer : puedes negarlo o ser drástico, aquí y ahora, ya. Más tarde es demasiado tarde. Reyes, Presidentes, Primeros Ministros y demás no tienen ninguna sensibilidad, consciencia y responsabilidad social. Aunque hablen de ello, no les importa.
Mientras Holanda necesita mirar a corto plazo los efectos del cambio climático sobre su territorio, por el asunto del aumento del nivel del mar, en cambio, Estados Unidos probablemente reaccionará sólo frente a los peores efectos en la fase final del proceso de destrucción generalizada, provocada por ellos, recelosos de un Tratado tan dentro del capitalismo como el de Kyoto. Tanto sus gobernantes como su gente común dicen : queremos una vida sin sobresaltos, basta de catastrofismos, no deseamos estas cosas a diario en los periódicos.
Pero como esos problemas, sin embargo, no desaparecerán … deberemos resolverlos políticamente ahora, o más tarde ya no se podrá. A García y sus arrestos neo-colónidas pongámoslos de malejemplo en las escuelitas del mundo entero, respecto de lo que no se debe ni se puede promover.
Labels: brian fagan, cade trujillo 2007, ecologia, ecologia irresponsable, largo verano, problemas ecologicos, problemática del agua
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