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Monday, May 22, 2006

La clase obrera vuelve otra vez


El capitalismo sobre explota el trabajo, concentra la riqueza, se arruina, saquea mercados y recursos colonialmente con el poder de sus transnacionales y bloques continentales, organismos financiero-comerciales y militares, coordinando a las burguesías imperialistas entre sí y con sus socias “menores” de las colonias.
El proletariado, atrapado sin una vida digna y ante la ausencia de políticas que encaren racionalmente las crisis, el desempleo, y el hambre, emigra hacia centros industriales mundiales, donde la revolución tecnocientífica los desplaza de los nuevos escenarios económicos y laborales.
Africanos y asiáticos van a Europa, como latinos, a Norteamérica. Enormes masas de futuros jornaleros se ofrecen barato a las hipócritas burguesías, que presionan por su legalización cuando se expanden, pero por su expulsión cuando se contraen. Confundidos por la hostil política migratoria son blanco de la caza de indocumentados, en la Unión Europea y en Norteamérica.
Doce millones de inmigrantes hispanos permanecen ilegales en esta. Privados de derechos laborales y de procedimientos civiles y políticos para tramitar su legalidad son llevados en éxodo de ida y vuelta a la nada. Esta persecución fomenta el servilismo y la legalización de la esclavitud.
El Proyecto Sensenbrenner los criminaliza si no puedan probar su legalidad, cosa imposible si cualquier que los ayude o contrate es penalizado con 20 años por “trafico de indocumentados”. El proyecto plantea la construcción de un muro de 1,100km y la contratación de mil inspectores en puertos y ocho mil patrulleros adicionales, que acaban de autorizarse recién.
El Proyecto McMain-Kennedy, compartido por Bush, propone a los trabajadores “huéspedes”, permisos de 3 a 5 años para laborar sin impuestos pero sin residencia ni ciudadanía, lo que sólo aplazar su expulsión. La legalización paulatina incluye demostrar vivir más de 5 años con empleo, habla inglesa y pago de impuestos para ser elegibles de ciudadanía.
Trabajadores legales e ilegales, organizaciones sindicales, políticas, religiosas, estudiantiles, y pro-inmigración protagonizan en los últimos meses duras marchas por amnistía general, legalización de indocumentados, y reforma migratoria integral, mientras corean : “aquí estamos no nos vamos”.
El 1° de mayo no es Día del Trabajo en USA, pero los jornaleros hispanos le dieron ese significado con 12 millones de manifestantes en los principales centros industriales. El “día sin inmigrantes” fue tan contundente como el de los afroamericanos en los 60s, e incluyó boicot comercial y ausentismo laboral, como muestra clara del peso que tienen en minería, construcción, agro y servicios.
Queda a la clase obrera norteamericana y a la solidaridad proletaria internacional, cumplir con la tarea impostergable de defender sin condiciones, ni demoras ni vacilaciones, a los trabajadores en general, y a los indocumentados, a los no estables, a los precarizados y a los desocupados, en particular. ¡Urge la más extensa unidad en las filas obreras!

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