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Friday, May 02, 2008

Este No Fue un Primero de Mayo Cualquiera

Por Mauricio San Miguel

En Estados Unidos, Francia, Alemania, Egipto, Turquía, Filipinas, México y otras latitudes por el globo entero, los trabajadores se dieron cita para manifestarse radicalmente contra la instauración del neo-esclavismo impuesto por el capital monopólico y transnacional contra la clase trabajadora de la ciudad y el campo.

Con el argumento de remontar la crisis energética de los 70's y las crisis bursátiles de los 80's, luego de caído el Muro de Berlín, la burguesía mundial y sus capitostes fascistas soliviantados y ensoberbecidos pasaron primero a condenar toda lucha social por ampliar los espacios de la igualdad y de libertad como sinónimos de "terrorismo" en las legislaciones nacionales y tratados internacionales aprovechando su ofensiva momentánea. Subsecuentemente, eliminaron la inmensa mayoría de las conquistas sociales históricas a la caza insaciable de ganancia, renta, plusvalía, colonialismo y depredación ecológica.

Pero hoy no están más a la ofensiva táctica en la ofensiva estratégica sino en el esfuerzo por sostener una ofensiva táctica en la defensiva estratégica, pues -aunque oculten información- sus sueños hegemónicos y homogenizantes tan entusiastamente propagandizados por los optimistas de la tercera revolución tecnocientífica han sucumbido frente a la quema del 60% de las reservas de petróleo, el deterioro irreversible de la capa de ozono, el calamitoso calentamiento global, la desaparición acelerada de las fuentes hídricas por el derretimiento de los polos y de las nieves de las grandes montañas, poniendo al planeta en medio de las guerras, la hambruna, las pandemias y el caos institucional y estructural más profundo de la historia.

La presuntamente "irreversible" globalización neoliberal instrumentada por las transnacionales y sus órganos de fachada (FMI, ONU. OMC, G-8 y bloques militares, etc.) sucumben ya bajo el peso de la lógica ineluctable del CRACK que ha empezado recién a rodar por el orbe y cuyas consecuencias apuntan de modo catastrófico. Así como el crack de 1907 trajo cuatro años más tarde la Primera Guerra Mundial, y el de 1929, la Segunda Guerra Mundial diez años más tarde, así, éste, augura ser el último, pues una Tercera Guerra Mundial usaría lo peor del arsenal nuclear, químico y bacteriológico para resolver el callejón sin salida en el que se encuentran las distintas facciones de la burguesía mundial.

El proletariado y la clase obrera del campo y la ciudad, los revolucionarios, los socialistas, los ecologistas y pacifistas auténticos, y las nacionalidades colonialmente oprimidas e intervenidas empiezan a comprender que empezó la lucha histórica para salvarse a sí mismos y al planeta, pasando por un resposicionamiento ideológico -sólo posible a través de la lucha por la verdadera democratización desde abajo y desde adentro de los Estados Nacionales- en el proceso político internacionalista por reemplazar de una vez por todas a escala mundial los criterios, principios y normas utilizados hasta hoy para distribuir los roles sociales y las riquezas que la productividad del trabajo aporta en las actuales condiciones, muy por encima del tiempo socialmente necesario para producir cualquier clase de mercancía.

Hemos entrado claramente en una situación revolucionaria. La depresión económica, la debilidad política de las instituciones en general, los nuevos y viejos ritmos de guerra y el ocaso planetario atizarán la etapa, el período, la situación y la coyuntura hasta la más contundente victoria del socialismo mundial, como única salida histórica para los miles de millones de trabajadores. Preparemos las condiciones subjetivas mínimas para coordinar, dirigir y movilizar los recursos sociales planetarios en este inicio del peor de los momentos del capitalismo agónico.

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