Agua : minería, uso doméstico y agrícola
¿Es posible la convivencia entre la minería y las necesidades de agua para fines domésticos y agrícolas, de cara a las necesidades de saneamiento ambiental urgentes de hoy, y la declinación inexorable de las fuentes hídricas resultantes del cambio climático mundial?
Una mina de cobre medianamente importante usa 2,000 litros de agua por segundo, cantidad idéntica a la que usa Lima por segundo. Esa es una de las razones por las que las comunidades no pasivas hacen frente a las políticas gubernamentales que priorizan las actividades mineras de empresas nacionales o transnacionales en detrimento del consumo humano o agrícola del agua.
Milpo en Cerro Lindo, Chincha. Pese a que es posible desalinizar agua de mar para amainar la disputa por fuentes hídricas insuficientes para ambos usos, ello esconde el costo de la energía eléctrica con la que el Estado termina subsidiando a las mineras, y no elimina el destino de los residuos salinos y metálicos, aplazando el conflicto para la fase en que los rellenos aledaños a los poblados terminan dañando con sus filtraciones el lecho de las corrientes de agua subterráneas, las únicas de las que dispondremos en breve de cara al cambio climático que ha arruinado los dos tercios provenientes de los polos y de las precipitaciones que se convertían en nieves perpetuas en las grandes cadenas nevadas en desaparición.
Quellaveco. Aunque se haya construido represas para contentar transitoriamente a la población de Moquegua, allí está pasando lo mismo que pasó con Cerro Verde en Arequipa, pues todos saben que el Estado corrió con los gastos del represameinto de Pillones, subsidiando a la minera.
Yanacocha. Construyó 200 micro-reservorios para el uso doméstico de las poblaciones pobres de Cajamarca, pero no resolvió la dramática disminución del líquido elemento para fines agrícolas, lo que no hace sino enmascarar el problema en ausencia de un verdadero interés por soluciones integrales, de costo inaceptable para los corsarios de la minería.
Tintaya. Usa tecnología avanzada para reciclar el agua que usa, pero no dice dónde acerca de dónde es que arroja el 20% del agua ya utilizada que deshecha, pero que todos saben arroja al río o que bombea a capas profundas del subsuelo, pero que por filtraciones sucesivas alcanzan los lechos subterráneas aguas abajo.
Southern. Obtuvo US$ 1,000 millones en utilidades netas el año pasado, pero todos sabemos que desecha el 80% de su agua usada, en un escándalo que ya lleva décadas sin ser acometido por el Estado ni los Gobiernos Regionales, subyugados con los mendrugos fáciles del Canon y de las Regalías.
El problema en el país no es la falta de normas, sino el carácter de las prioridades que se escogen a la hora de decidir la ruta para el desarrollo, y la inexistencia de autoridades, y de procedimientos que realmente fiscalicen en defensa de la vida y las necesidades de los ciudadanos, que a la sazón resulta siendo el mayor de nuestros capitales nacionales.
Una mina de cobre medianamente importante usa 2,000 litros de agua por segundo, cantidad idéntica a la que usa Lima por segundo. Esa es una de las razones por las que las comunidades no pasivas hacen frente a las políticas gubernamentales que priorizan las actividades mineras de empresas nacionales o transnacionales en detrimento del consumo humano o agrícola del agua.
Milpo en Cerro Lindo, Chincha. Pese a que es posible desalinizar agua de mar para amainar la disputa por fuentes hídricas insuficientes para ambos usos, ello esconde el costo de la energía eléctrica con la que el Estado termina subsidiando a las mineras, y no elimina el destino de los residuos salinos y metálicos, aplazando el conflicto para la fase en que los rellenos aledaños a los poblados terminan dañando con sus filtraciones el lecho de las corrientes de agua subterráneas, las únicas de las que dispondremos en breve de cara al cambio climático que ha arruinado los dos tercios provenientes de los polos y de las precipitaciones que se convertían en nieves perpetuas en las grandes cadenas nevadas en desaparición.
Quellaveco. Aunque se haya construido represas para contentar transitoriamente a la población de Moquegua, allí está pasando lo mismo que pasó con Cerro Verde en Arequipa, pues todos saben que el Estado corrió con los gastos del represameinto de Pillones, subsidiando a la minera.
Yanacocha. Construyó 200 micro-reservorios para el uso doméstico de las poblaciones pobres de Cajamarca, pero no resolvió la dramática disminución del líquido elemento para fines agrícolas, lo que no hace sino enmascarar el problema en ausencia de un verdadero interés por soluciones integrales, de costo inaceptable para los corsarios de la minería.
Tintaya. Usa tecnología avanzada para reciclar el agua que usa, pero no dice dónde acerca de dónde es que arroja el 20% del agua ya utilizada que deshecha, pero que todos saben arroja al río o que bombea a capas profundas del subsuelo, pero que por filtraciones sucesivas alcanzan los lechos subterráneas aguas abajo.
Southern. Obtuvo US$ 1,000 millones en utilidades netas el año pasado, pero todos sabemos que desecha el 80% de su agua usada, en un escándalo que ya lleva décadas sin ser acometido por el Estado ni los Gobiernos Regionales, subyugados con los mendrugos fáciles del Canon y de las Regalías.
El problema en el país no es la falta de normas, sino el carácter de las prioridades que se escogen a la hora de decidir la ruta para el desarrollo, y la inexistencia de autoridades, y de procedimientos que realmente fiscalicen en defensa de la vida y las necesidades de los ciudadanos, que a la sazón resulta siendo el mayor de nuestros capitales nacionales.
Labels: agua en el peru, conflictos entre la agricultura y la mineria, mineria en el peru, mineria y el agua, peru minero
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