¡Cuándo acabará esto!

Por Facundo Bazán

Cuándo acabará esto !
el pobre sigue donde lo dejamos,
tras la frazadita solidaria del último temblor.

Tiene frio el pobrecito y sus papis ya no están,
ya lo escucho llorar con los perros en las calles;
pensar que el panadol efervescente no cura eso.

No me toquen la zona húmeda del recuerdo
llena del pus amarillo asqueroso del doliente,
quién tomará en serio su salud sin exprimir de su chupito?

Pero no se dejan, dicen, preguntan siempre por los compañeros.
Me hablaron pa preguntar dónde están los socialistas que hacen falta,
esos a los que no les falte la persistencia revolucionaria.

En el horror del coloniaje, que los pueblos rechazan como pueden,
acaso nadie más está interesado ya en cortar con los imperialistas,
ni siquiera los comunistas de Europa, África, Asia y A. Latina?

Entonces habrá que admitir que existan pueblos sin esperanza
metidos en el sistema donde se los comen los que los representan,
hasta que aprenden a dudar de sus propias fuerzas para siempre?

Y luego resulta que nadie tiene esperanza y todos creen que nada vale la pena
ni comunicarse entre si para actuar juntos porque todo acaba tontamente en bronca
como la idea bonita de la red popular para resistir de la que todos se adueñan pero no realizan.

Sin que los más expertos presten su concurso de por vida para empinarnos sobre nuestra estatura, para ver el horizonte que aguarda bajo la estrella fulgurante del combate futuro
la realidad misma dejará de ser bonita, sin la lucha que lo es todo.

Porque la lucha contradice a los que dicen que nacimos fracasados,
porque hace, al paso, posible lo que parece imposible : una posibilidad;
porque estando unos a la cabeza, y los demás de apoyo, todos los imitan.

Para no perder el paso, ni el tiempo en pequeñeces, cumpita,
se requiere que las grandes tareas sirvan pa’ construir el futuro,
al que tenemos derecho desde hace miles de ganas y de tiempo.

Porque todos esperamos la paz que es hija del pan bien ganado y repartido.
El progreso resulta de la justicia y no del engaño de planes y leyes que impiden
que la libertad sirva para hacer la patria tan bonita como la imaginamos los pobres.

La igualdad alcanza aunque los finales no sean siempre perfectos
porque lo que quita el entusiasmo no son las victorias efímeras
sino las gentes que se escudan en el cansancio y en excusas.

Si lo bonito es que siempre hayan cimas que alcanzar
una victoria definitiva cancelaría toda acción futura.
Una victoria que acabe con toda lucha es falaz.

Suena a chueco irse al descanso con una chapa en el pecho,
suena a hueco el fin del compromiso voluntario por el servicio prestado.
La causa y las tareas nunca terminan sino hasta que cuelga el guante, muerto.

Mientras haya decisiones para encarar el futuro nadie se ira de vacaciones.
Mientras sean otros los problemas, pero no más de estos mismos,
bastará para enjugar el llanto infinito del niño sin madre y sin pan.

Qué significa después de todo un niño sin madre, padre, techo, pan, futuro y fruto?
Acaso no la esclavitud de los pueblos de los que todos se ríen y aprovechan?
Hasta cuándo la codicia robará al hombre pobre el trabajo de sus manos?

Si lo dicho no te sirvió pa despertar al hombre libre que llevas dentro,
si lo no dicho no te sirvió para ponerte de pie de una vez por todas,
entonces lo escuchado en la calle y transcrito aquí no sirvió pa na.

Si no te convencen el dolor, las razones, la lucha y las tareas inconclusas de la historia,
Qué clase de milagro hará falta para ganarte a la causa socialista?
No me huevea nadie, cada uno se huevea a sí mismo.

Cuando les vea exigiéndose más de lo que dáis a diario en la lucha
entonces habrá valido creer que la autoexigencia militante
es eso que no se contenta jamás con nada fácil.

Sin dolor en el alma por no dar más todo es mierda comecaca;
hasta lo hecho por uno en su mejor momento es caricatura
si no se posee más para dar hasta morir, mi amigo.

Me sigues, amigo, aunque no vaya nadie delante?
aunque tengas que ir solo y nadie apueste por el socialismo?
La memoria del paso dado animará al siguiente cuando llegue el momento.

Aunque ya no estemos aquí, el toro bravo empuja, jala, bufa y brama al pie del surco
en la alborada, soñando y descansando, para que no haya la negrura que no acaba
que es la única salida que no puede escoger la humanidad al rendirse sin más.