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Sunday, September 09, 2007

En ausencia del Estado… el pueblo se organiza

Miércoles 15 de agosto, 6.50 PM, el suelo del sur tiembla, un terremoto de 7.9 deja quinientos muertos, centenares de heridos, miles de damnificados, centenas de manzanas derrumbadas, desolación y caos. El Perú enmudece. El Estado gana la primicia y sin información suficiente ensaya una mentira que no cesa de ser desenmascarada por las cifras que no paran de llegar. Los samaritanos de ocasión posan para las cámaras, el pueblo se resiste a la tragedia y se organiza para el rescate, la remoción y la reconstrucción. Recriminaciones mutuas: los pronósticos fueron desoídos, defensa civil no reacciona, los camiones y containers se esfuman, la ayuda no llega, nadie confía en la “solidaridad” gubernamental. Todos se apresuran a ir al lugar, pero el pueblo pide que no vayan a tomarse la poca agua que llega. La naturaleza ha abierto a trocha un espacio para la autoayuda con dignidad y sin rédito publicitario. Después de todo, cuando todos se hayan ido, cuando todo pierda esa aura de “heroicidad”, el pueblo solamente se tendrá a si mismo.

Ante la conmoción de eventos inapelables como estos hemos re-descubierto otra vez que el Estado, enclenque como las casas, disimula buscando un chivo expiatorio para explicar porqué la telefonía colapsa como los contratos, pero se oculta que el sistema de comunicaciones del ejército también falló. Por la misma razón no se declara el toque de queda, y el pueblo debe organizarse en rondas para restablecer el orden. Toda herramienta es compartida. Juntos todo lo podemos.

El Presidente anuncia fondos pero impone una nueva entidad. El pueblo no cesará de exigirle al Estado que cumpla con su rol, pero eventualmente le exigirá que se haga a un lado para reemplazarlo por uno nuevo. La respuesta histórica es : los pueblos pasan de la autoconciencia a la autoayuda, y de la autodefensa al autogobierno.

A casi dieciocho días del horror, para el Estado Fascista, quinientas personas son sólo una cifra. Se gobierna para el tanteo y la especulación, para el cálculo y el entreguismo. Los desastres son impredecibles pero imprescindibles para subir el porcentaje de aceptación presidencial del treinta al cuarentidós por ciento. Diez puntos valen oro para salir del jaque sufrido antes del primer año.

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