La Dialéctica, o lo real es vacío como lo vacío es real
Por Facundo Bazán
Una actitud que casi constantemente comparten los marxistas, no sólo con los positivistas más duros, sino también con la de la ciencia, entendida como investigación de lo que, pudiendo ser delimitado como objeto, y contrastado con teorías precedentes y experimentos controlados, va en busca sólo de lo que puede ser respondido, en términos de compatibilidad con el marco del acervo establecido. No obstante algunos saliendo de lo usual se atreven a cruzar el umbral en pos de lo inconciliable con el marco de nuestras referencias, a la espera de que aparezca una nueva perspectiva inteligible de la realidad concreta y objetiva, para el establecimiento de un nuevo orden y una clase de respuestas, antes vedadas.
Inspirado por la influencia de las duplas místico-científicas constituidas por Krishnamurti-Einstein, y Pribram-Watts, Bohm, a partir del modelo holográfico del cerebro, propuesto por Pribram, construyó su teoría holográfica. En Totalidad y orden implicado explora la unidad de materia y mente en el universo, por medio de un paradigma al que llama "orden implicado", presente en todos los seres y las cosas.
Las teorías de ambos, trabajando en paralelo, tienen enormes implicancias para cualquier aspecto de la vida humana, pues parecen dar cuenta de toda experiencia normal, trascendental, paranormal, y de rarezas perceptivas «normales», como precognición, psicokinesis, distorsión temporal, aprendizaje rápido, experiencia de «unidad con el universo», ilusión de la realidad ordinaria, el vacío paradójicamente lleno, o la interacción con la realidad a un nivel primario). Con sus avances se cumplirían ciertas predicciones de la teoría, como: 1) que tal orden podría ser deducido de las matemáticas teóricas, 2) y que lo «sobrenatural» quedaría establecido como parte de la naturaleza.
"La mecánica cuántica y la relatividad hicieron evidente el fracaso del orden mecanicista y la necesidad de otro, al que llamo implicado. Un orden que corre paralelo a lo que hemos observado en la mente, por lo que resulta posible establecer una relación entre estos dos ámbitos. El místico puede sentir la inmanencia o la trascendencia de la totalidad, (...) y encuentra muy difícil hablar de ambas, a no ser en términos poéticos o simbólicos. Uno de estos enfoques es no decir nada, lo que, sin embargo, contribuye poco a satisfacer la necesidad que tiene la humanidad de una nueva percepción. Así que para poder hallar un lenguaje en el que la mente y la materia se contemplen como pertenecientes al mismo orden, examinamos inteligentemente esta experiencia".
La teoría, resumida, dice así : “El cerebro es un holograma que interpreta un universo holográfico, construido matemáticamente, (a partir de la realidad «concreta») ( que ) al interpretar frecuencias de otra dimensión, ( detecta ) una esfera ( como ) de realidad primaria significativa, pautada, que trasciende el espacio y el tiempo.” De este modo, “los fenómenos alterados de la conciencia (que reflejan estados modificados del cerebro) pueden deberse a una armonización literal con la matriz invisible que genera la realidad «concreta».
Dado el interés que ha despertado contemporáneamente el estudio de la conciencia humana como la forma inteligente en que se hacen inteligibles las formas constitutivas del todo constituido como una forma, se ha hablado mucho del «paradigma emergente», como de una teoría integral capaz de recoger toda la vida de la ciencia y de las otras formas del espíritu. He aquí una teoría que pretende combinar la biología con la física en un sistema paradójicamente dialéctico, abierto y sin fronteras.
La ciencia oficial ha pretendido hacer, ahora, ( con un sin número de acontecimientos, datos y hechos sueltos, resultado de observaciones, experimentaciones, o cálculos recientes ), como ha hecho desde siempre con todo lo que declara inadmisible porque no encaja en el orden previamente construido para representarnos el mundo como un lugar seguro hecho de regularidades de las que siempre sabemos qué esperar; sin embargo, gentes como Einstein, incapaces de reconciliar las inconsecuencias de la física de Newton, «abrieron la puerta teórica a través de la cual todos se lanzaron en la persecución de un conocimiento situado al otro lado, por el que se ha esperado lo presentido a medida que se avanzaba.
Como Bohm dice que la ciencia que pretende separar el mundo en sus partes para estudiarlo no puede descubrir las leyes físicas primarias, centrado, como está, el conocimiento de la realidad en sus manifestaciones secundarias, apariencias separadas de su flujo intangible e invisible, el holograma pretende ser el punto de partida de una nueva descripción de la realidad como orden plegado, centrado en su fuente indivisible, de la que es interconexión inseparable, patrón de campo lumínico de interferencia tridimensional, capaz de reconstruir toda la imagen a partir del cual cualquier trozo del holograma, que recuerda a la teoría de los fractales.
El cerebro utilizaría también un proceso holográfico para hacer abstracciones por secuencias de interconexión en paralelo a partir de frecuencias que trascienden el espacio-tiempo, potencialmente simultáneas en todo lugar a la vez, lo que querría decir no sólo que la imagen que elaboramos literalmente se objetiva en cada cosa sin serla sino que el todo compuesto por ellas en el cerebro… equivale… sin ser idéntico… al universo… como una versión de este o como una parte que lo reproduce sin reemplazarlo.
Porque resulta que el universo podría parecerse más a un holograma, un campo de frecuencias y potencialidades subyacente a la ilusión de concreciones, y nosotros, sus habitantes, parecernos a una combinación de ojo-cerebro-mano con el que el cosmos se mira, se comprende y se hace a si mismo en cuanto cosmos y en cuanto ojo-cerebro-mano. De modo que las estructuras del cosmos a través de las del cerebro perciben mediante una lente matemática hecha para la codificación y decodificación de las frecuencias temporo-espaciales y de aquellas que están más allá de estas, distribuyendo información a través del sistema, de modo que cada fragmento codificado para producir la información del todo puede reproducirlo a partir de cualquiera de sus partes, en una suerte de modo de no perder el camino de vuelta a la casa que conocemos sin haberla conocido .
Los dispositivos matemáticos del cerebro pueden depender de sinapsis, de hecho los impulsos nerviosos de la red se manifiestan como ondas lentas o alfa con ritmo y capacidad necesaria para llevar a cabo las matemáticas de esa computación. Ese procesamiento en paralelo con interconexiones de fase atravesadas por senderos de luz explicaría la memoria sin ubicación esparcida por un cerebro gobernado por neuropéptidas y retroalimentado por circuitos que presiden incluso la experiencia trascendental de los estados místicos, o conciencia sin contenido, y la depresión selectiva del ADN a fin de formar primero un órgano y luego otro.
La afirmación de que toda metáfora es cierta o de que no existe metáfora, es el reconocimiento de la dialéctica del cosmos, como identidad que se desdobla en un isomorfismo, que abarca todo lo que en él es, incluído todo acontecimiento, cuya distribución aleatoria, asimétrica y superficial oculta las regularidades y las simetrías subyacentes, de un orden implicado para un mundo cerrado-abierto, donde el cambio se produce como consecuencia expansiva de modelos progresivamente configuracionales.
Los cambios de frecuencia efectuados en los campos gravitacionales, energéticos, térmicos, eléctricos, magnéticos, electromagnéticos, lumínicos, y los efectuados en los patrones hormo-eléctro-lógicos del cerebro no serían sino manifestaciones superficiales de factores subyacentes aparentemente originados en el vórtice inconmensurable e invisible de una matriz sin molde prexistente, del que fluyen las cosas hacia fuera y hacia adentro, hacia lo infinitamente grande y lo pequeño, hacia lo tangible y lo intangible, mientras emerge entre extremos que corren paralelos.
Una actitud que casi constantemente comparten los marxistas, no sólo con los positivistas más duros, sino también con la de la ciencia, entendida como investigación de lo que, pudiendo ser delimitado como objeto, y contrastado con teorías precedentes y experimentos controlados, va en busca sólo de lo que puede ser respondido, en términos de compatibilidad con el marco del acervo establecido. No obstante algunos saliendo de lo usual se atreven a cruzar el umbral en pos de lo inconciliable con el marco de nuestras referencias, a la espera de que aparezca una nueva perspectiva inteligible de la realidad concreta y objetiva, para el establecimiento de un nuevo orden y una clase de respuestas, antes vedadas.
Inspirado por la influencia de las duplas místico-científicas constituidas por Krishnamurti-Einstein, y Pribram-Watts, Bohm, a partir del modelo holográfico del cerebro, propuesto por Pribram, construyó su teoría holográfica. En Totalidad y orden implicado explora la unidad de materia y mente en el universo, por medio de un paradigma al que llama "orden implicado", presente en todos los seres y las cosas.
Las teorías de ambos, trabajando en paralelo, tienen enormes implicancias para cualquier aspecto de la vida humana, pues parecen dar cuenta de toda experiencia normal, trascendental, paranormal, y de rarezas perceptivas «normales», como precognición, psicokinesis, distorsión temporal, aprendizaje rápido, experiencia de «unidad con el universo», ilusión de la realidad ordinaria, el vacío paradójicamente lleno, o la interacción con la realidad a un nivel primario). Con sus avances se cumplirían ciertas predicciones de la teoría, como: 1) que tal orden podría ser deducido de las matemáticas teóricas, 2) y que lo «sobrenatural» quedaría establecido como parte de la naturaleza.
"La mecánica cuántica y la relatividad hicieron evidente el fracaso del orden mecanicista y la necesidad de otro, al que llamo implicado. Un orden que corre paralelo a lo que hemos observado en la mente, por lo que resulta posible establecer una relación entre estos dos ámbitos. El místico puede sentir la inmanencia o la trascendencia de la totalidad, (...) y encuentra muy difícil hablar de ambas, a no ser en términos poéticos o simbólicos. Uno de estos enfoques es no decir nada, lo que, sin embargo, contribuye poco a satisfacer la necesidad que tiene la humanidad de una nueva percepción. Así que para poder hallar un lenguaje en el que la mente y la materia se contemplen como pertenecientes al mismo orden, examinamos inteligentemente esta experiencia".
La teoría, resumida, dice así : “El cerebro es un holograma que interpreta un universo holográfico, construido matemáticamente, (a partir de la realidad «concreta») ( que ) al interpretar frecuencias de otra dimensión, ( detecta ) una esfera ( como ) de realidad primaria significativa, pautada, que trasciende el espacio y el tiempo.” De este modo, “los fenómenos alterados de la conciencia (que reflejan estados modificados del cerebro) pueden deberse a una armonización literal con la matriz invisible que genera la realidad «concreta».
Dado el interés que ha despertado contemporáneamente el estudio de la conciencia humana como la forma inteligente en que se hacen inteligibles las formas constitutivas del todo constituido como una forma, se ha hablado mucho del «paradigma emergente», como de una teoría integral capaz de recoger toda la vida de la ciencia y de las otras formas del espíritu. He aquí una teoría que pretende combinar la biología con la física en un sistema paradójicamente dialéctico, abierto y sin fronteras.
La ciencia oficial ha pretendido hacer, ahora, ( con un sin número de acontecimientos, datos y hechos sueltos, resultado de observaciones, experimentaciones, o cálculos recientes ), como ha hecho desde siempre con todo lo que declara inadmisible porque no encaja en el orden previamente construido para representarnos el mundo como un lugar seguro hecho de regularidades de las que siempre sabemos qué esperar; sin embargo, gentes como Einstein, incapaces de reconciliar las inconsecuencias de la física de Newton, «abrieron la puerta teórica a través de la cual todos se lanzaron en la persecución de un conocimiento situado al otro lado, por el que se ha esperado lo presentido a medida que se avanzaba.
Como Bohm dice que la ciencia que pretende separar el mundo en sus partes para estudiarlo no puede descubrir las leyes físicas primarias, centrado, como está, el conocimiento de la realidad en sus manifestaciones secundarias, apariencias separadas de su flujo intangible e invisible, el holograma pretende ser el punto de partida de una nueva descripción de la realidad como orden plegado, centrado en su fuente indivisible, de la que es interconexión inseparable, patrón de campo lumínico de interferencia tridimensional, capaz de reconstruir toda la imagen a partir del cual cualquier trozo del holograma, que recuerda a la teoría de los fractales.
El cerebro utilizaría también un proceso holográfico para hacer abstracciones por secuencias de interconexión en paralelo a partir de frecuencias que trascienden el espacio-tiempo, potencialmente simultáneas en todo lugar a la vez, lo que querría decir no sólo que la imagen que elaboramos literalmente se objetiva en cada cosa sin serla sino que el todo compuesto por ellas en el cerebro… equivale… sin ser idéntico… al universo… como una versión de este o como una parte que lo reproduce sin reemplazarlo.
Porque resulta que el universo podría parecerse más a un holograma, un campo de frecuencias y potencialidades subyacente a la ilusión de concreciones, y nosotros, sus habitantes, parecernos a una combinación de ojo-cerebro-mano con el que el cosmos se mira, se comprende y se hace a si mismo en cuanto cosmos y en cuanto ojo-cerebro-mano. De modo que las estructuras del cosmos a través de las del cerebro perciben mediante una lente matemática hecha para la codificación y decodificación de las frecuencias temporo-espaciales y de aquellas que están más allá de estas, distribuyendo información a través del sistema, de modo que cada fragmento codificado para producir la información del todo puede reproducirlo a partir de cualquiera de sus partes, en una suerte de modo de no perder el camino de vuelta a la casa que conocemos sin haberla conocido .
Los dispositivos matemáticos del cerebro pueden depender de sinapsis, de hecho los impulsos nerviosos de la red se manifiestan como ondas lentas o alfa con ritmo y capacidad necesaria para llevar a cabo las matemáticas de esa computación. Ese procesamiento en paralelo con interconexiones de fase atravesadas por senderos de luz explicaría la memoria sin ubicación esparcida por un cerebro gobernado por neuropéptidas y retroalimentado por circuitos que presiden incluso la experiencia trascendental de los estados místicos, o conciencia sin contenido, y la depresión selectiva del ADN a fin de formar primero un órgano y luego otro.
La afirmación de que toda metáfora es cierta o de que no existe metáfora, es el reconocimiento de la dialéctica del cosmos, como identidad que se desdobla en un isomorfismo, que abarca todo lo que en él es, incluído todo acontecimiento, cuya distribución aleatoria, asimétrica y superficial oculta las regularidades y las simetrías subyacentes, de un orden implicado para un mundo cerrado-abierto, donde el cambio se produce como consecuencia expansiva de modelos progresivamente configuracionales.
Los cambios de frecuencia efectuados en los campos gravitacionales, energéticos, térmicos, eléctricos, magnéticos, electromagnéticos, lumínicos, y los efectuados en los patrones hormo-eléctro-lógicos del cerebro no serían sino manifestaciones superficiales de factores subyacentes aparentemente originados en el vórtice inconmensurable e invisible de una matriz sin molde prexistente, del que fluyen las cosas hacia fuera y hacia adentro, hacia lo infinitamente grande y lo pequeño, hacia lo tangible y lo intangible, mientras emerge entre extremos que corren paralelos.
Labels: dialéctica, dialéctica del cosmos, universo holográfico
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