Ecos Redivivos de un Viejo Desencuentro
Por Facundo Bazán
Lamentables fueron las actitudes y expresiones del Rey Español en el incidente en que -a la cabeza de la delegación española en la Cumbre Iberoamericana en Chile- mandó a callar a un Presidente Latinoamericano, cuando éste se interrogaba sobre la presunta connivencia española en el intento de golpe de estado y de magnicidio contra Venezuela y contra Chávez.
El improntus monárquico, motivado por las duras críticas que Daniel Ortega, Presidente de Nicaragua, y Néstor Kirchner, el Presidente argentino, tuvieron para con empresas hispanas abusivas y corruptas, empeoró cuando el Presidente Venezolano intervino, dando motivo a que además el representante de la monarquía española abandone el plenario en un gesto diplomático "sin precedentes”. Cuando el Rey explotó contra el indio Presidente venezolano, se hicieron palpables 500 años de imperio español en nuestras tierras, los 200 de república que nos separan de ellos, y los casi cien del colonialismo yanqui que vivimos ahora.
Lo patético del caso es que en la América hispanohablante de ahora nadie lo reconoce como su Rey, excepto algún que otro criollo que se reconoce súbdito de la corona, como Mario Vargas Llosa. Igualmente extraño resultó que Rodríguez Zapatero, quien protagonizara con Aznar ácidas y gruesas polémicas hasta hace poco, haya salido en su defensa. ¿Solidaridad entre paisanos, prurito de superioridad hispánica o pura ambivalencia socialdemócrata? Todo esto nos hace recordar la “patadita” de García, otrora cantante de rancheras como aquella de infeliz recordación que dice : “con dinero o sin dinero, hago siempre lo que quiero Y MI PALABRA ES LA LEY, no tengo trono ni reino, ni nadie que me comprenda, PERO SIGO SIENDO EL REY”, que es lo que denota realmente su gesto cesarista.
Resulta encomiable que los presidentes boliviano, nicagaragüense, ecuatoriano, brasileño y uruguayo respaldaran a su homólogo venezolano; en cambio a nadie le extrañó que el embajador chileno se solidarizara con España por “cuestiones de estilo”, entre las que no se cuentan las de corte democrático que permiten que los pares puedan ventilar sin complejos sus discrepancias.
Chávez rememoró, más tarde, a héroes nuestros, como Gauicarpuro, Tecúm Umán, Tupac Amarú, Tupac Hatari, Tiuna Chacao, a quienes los monarcas españoles callaron cortándoles la garganta y descuartizándolos para escarmiento de sus pueblos. Fidel Castro, por su parte, calificó al incidente como el "Waterloo ideológico de la corona" o la victoria trascendental de Chávez.
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de España, Don Miguel Angel Moratinos, que informó haber hablado con su homologo venezolano, Nicolás Maduro, consideró que se está en el "camino correcto" para la superación de la crisis diplomática, en la que el Presidente José Luis Rodríguez Zapatero también parece confiar se irá cerrando con el tiempo.
La frase más lamentable de todo el incidente fue la del Rey “¡Por qué no te callas?”, mientras la más celebre fue la que Chávez tomó prestada de Artigas : "Con la verdad, ni ofendo ni temo".
Si España representa a las multinacionales morosas y tramposas, y a los golpistas trasnochados, sobran las Cumbres latinoamericanas, pues nuestros pueblos hace rato las miran con escepticismo, pues sus necesidades insatisfechas no se ven reflejadas ni en sus sesiones de análisis ni en sus acuerdos ni en sus políticas de actuación.
Lamentables fueron las actitudes y expresiones del Rey Español en el incidente en que -a la cabeza de la delegación española en la Cumbre Iberoamericana en Chile- mandó a callar a un Presidente Latinoamericano, cuando éste se interrogaba sobre la presunta connivencia española en el intento de golpe de estado y de magnicidio contra Venezuela y contra Chávez.
El improntus monárquico, motivado por las duras críticas que Daniel Ortega, Presidente de Nicaragua, y Néstor Kirchner, el Presidente argentino, tuvieron para con empresas hispanas abusivas y corruptas, empeoró cuando el Presidente Venezolano intervino, dando motivo a que además el representante de la monarquía española abandone el plenario en un gesto diplomático "sin precedentes”. Cuando el Rey explotó contra el indio Presidente venezolano, se hicieron palpables 500 años de imperio español en nuestras tierras, los 200 de república que nos separan de ellos, y los casi cien del colonialismo yanqui que vivimos ahora.
Lo patético del caso es que en la América hispanohablante de ahora nadie lo reconoce como su Rey, excepto algún que otro criollo que se reconoce súbdito de la corona, como Mario Vargas Llosa. Igualmente extraño resultó que Rodríguez Zapatero, quien protagonizara con Aznar ácidas y gruesas polémicas hasta hace poco, haya salido en su defensa. ¿Solidaridad entre paisanos, prurito de superioridad hispánica o pura ambivalencia socialdemócrata? Todo esto nos hace recordar la “patadita” de García, otrora cantante de rancheras como aquella de infeliz recordación que dice : “con dinero o sin dinero, hago siempre lo que quiero Y MI PALABRA ES LA LEY, no tengo trono ni reino, ni nadie que me comprenda, PERO SIGO SIENDO EL REY”, que es lo que denota realmente su gesto cesarista.
Resulta encomiable que los presidentes boliviano, nicagaragüense, ecuatoriano, brasileño y uruguayo respaldaran a su homólogo venezolano; en cambio a nadie le extrañó que el embajador chileno se solidarizara con España por “cuestiones de estilo”, entre las que no se cuentan las de corte democrático que permiten que los pares puedan ventilar sin complejos sus discrepancias.
Chávez rememoró, más tarde, a héroes nuestros, como Gauicarpuro, Tecúm Umán, Tupac Amarú, Tupac Hatari, Tiuna Chacao, a quienes los monarcas españoles callaron cortándoles la garganta y descuartizándolos para escarmiento de sus pueblos. Fidel Castro, por su parte, calificó al incidente como el "Waterloo ideológico de la corona" o la victoria trascendental de Chávez.
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de España, Don Miguel Angel Moratinos, que informó haber hablado con su homologo venezolano, Nicolás Maduro, consideró que se está en el "camino correcto" para la superación de la crisis diplomática, en la que el Presidente José Luis Rodríguez Zapatero también parece confiar se irá cerrando con el tiempo.
La frase más lamentable de todo el incidente fue la del Rey “¡Por qué no te callas?”, mientras la más celebre fue la que Chávez tomó prestada de Artigas : "Con la verdad, ni ofendo ni temo".
Si España representa a las multinacionales morosas y tramposas, y a los golpistas trasnochados, sobran las Cumbres latinoamericanas, pues nuestros pueblos hace rato las miran con escepticismo, pues sus necesidades insatisfechas no se ven reflejadas ni en sus sesiones de análisis ni en sus acuerdos ni en sus políticas de actuación.
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