Vizcatán : Laberinto, Rincón y Corredores
Por Facundo Bazán
Inhóspita y agreste ( en el límite de Ayacucho, Cusco y Junín ) Vizcatán es, como se sabe desde hace mucho, el refugio y pívot de cientos de emboscadas de preservación de una zona considerada por Sendero Luminoso como “zona liberada”, el equivalente en China a las míticas Montañas del Tigre en la experiencia de los inicios de la Revolución China.
En pleno VRAE (Valles de los Ríos Apurímac y Ene) son incontables los operativos y contra-operativos de estos 21 años. Cercos de aniquilación versus defensivas móviles, aislamiento en zona versus hostigamiento y reagrupamiento constante. El haber usado métodos terroristas contra la población que presuntamente reivindicaban plantea el problema ideológico e idiosincrásico del indio o del misti que asimila como propio el comportamiento político represivo del Estado de ocupación al que dicen combatir y respecto del cual se suponen antagónicos.
El enfoque maniqueo tras los ataques contra las instituciones que representan pobremente al Estado, sin intentar ganarse a los policías y a las autoridades menores o neutralizarlos con la población que debería haber sido el contingente de una poderosa y omnipresente retaguardia, marcó la derrota de Sendero Luminoso. Pese a que manifiestan haber zanjado las perversiones teórico-políticas y práctico-militares de su línea polpotiana, el que sus dos líneas peleen furiosamente no sólo el control del mismo escenario sino el derecho sobre su origen Mao-Gonzalista, pone de manifiesto que sus mutuas contradicciones y sospechas en pos de tácticas tan antagónicas como las que suponen “Proseguir” y “Acuerdo de Paz”, serán el eje de futuras brutalidades intestinas y respecto de la población.
Dentro de este proceso se inscribe la etapa de sobrevivencia que los ha obligado a imitar la experiencia de las FARC-EP, incorporando en la táctica de los siete últimos años el cobro cuasi-estatal de “impuestos por sembrío ilícito ante la masiva incorporación de los campesinos en esa suerte de economía de refugio marginal, dado el aislamiento respecto de mercados con mayor capacidad adquisitiva y de la ausencia de sembríos alternativos de rentabilidad semejante. A diferencia de las FARC-EP, pareciera que Sendero se plantea una más estrecha simbiosis a cambio pertrechos por seguridad para el acopio, tomando parte también aparentemente en la responsabilidad del traslado, que ellos no han negado ni oficial ni extraoficialmente.
Como fuere, al Estado se le plantea, si no quiere combatirlos con terrorismo de estado y genocidio como antes, el problema de negarse a sí mismo, entendiendo de una vez por todas que el asunto no es sólo militar sino social, que no es coyuntural sino atávico, que no es de exterminio de la hoja sino de industrialización de la misma, que no es de palabrería política para fingirse machazo con un opositor ubicuo al que no se quiere enfrentar sino de soluciones políticas consensuadas con el mismo Sendero y con los pueblos que se dedican al sembrío. La soberbia traducida en política de exterminio es ineficaz, como se ha puesto de manifiesto una y otra vez.
Inhóspita y agreste ( en el límite de Ayacucho, Cusco y Junín ) Vizcatán es, como se sabe desde hace mucho, el refugio y pívot de cientos de emboscadas de preservación de una zona considerada por Sendero Luminoso como “zona liberada”, el equivalente en China a las míticas Montañas del Tigre en la experiencia de los inicios de la Revolución China.
En pleno VRAE (Valles de los Ríos Apurímac y Ene) son incontables los operativos y contra-operativos de estos 21 años. Cercos de aniquilación versus defensivas móviles, aislamiento en zona versus hostigamiento y reagrupamiento constante. El haber usado métodos terroristas contra la población que presuntamente reivindicaban plantea el problema ideológico e idiosincrásico del indio o del misti que asimila como propio el comportamiento político represivo del Estado de ocupación al que dicen combatir y respecto del cual se suponen antagónicos.
El enfoque maniqueo tras los ataques contra las instituciones que representan pobremente al Estado, sin intentar ganarse a los policías y a las autoridades menores o neutralizarlos con la población que debería haber sido el contingente de una poderosa y omnipresente retaguardia, marcó la derrota de Sendero Luminoso. Pese a que manifiestan haber zanjado las perversiones teórico-políticas y práctico-militares de su línea polpotiana, el que sus dos líneas peleen furiosamente no sólo el control del mismo escenario sino el derecho sobre su origen Mao-Gonzalista, pone de manifiesto que sus mutuas contradicciones y sospechas en pos de tácticas tan antagónicas como las que suponen “Proseguir” y “Acuerdo de Paz”, serán el eje de futuras brutalidades intestinas y respecto de la población.
Dentro de este proceso se inscribe la etapa de sobrevivencia que los ha obligado a imitar la experiencia de las FARC-EP, incorporando en la táctica de los siete últimos años el cobro cuasi-estatal de “impuestos por sembrío ilícito ante la masiva incorporación de los campesinos en esa suerte de economía de refugio marginal, dado el aislamiento respecto de mercados con mayor capacidad adquisitiva y de la ausencia de sembríos alternativos de rentabilidad semejante. A diferencia de las FARC-EP, pareciera que Sendero se plantea una más estrecha simbiosis a cambio pertrechos por seguridad para el acopio, tomando parte también aparentemente en la responsabilidad del traslado, que ellos no han negado ni oficial ni extraoficialmente.
Como fuere, al Estado se le plantea, si no quiere combatirlos con terrorismo de estado y genocidio como antes, el problema de negarse a sí mismo, entendiendo de una vez por todas que el asunto no es sólo militar sino social, que no es coyuntural sino atávico, que no es de exterminio de la hoja sino de industrialización de la misma, que no es de palabrería política para fingirse machazo con un opositor ubicuo al que no se quiere enfrentar sino de soluciones políticas consensuadas con el mismo Sendero y con los pueblos que se dedican al sembrío. La soberbia traducida en política de exterminio es ineficaz, como se ha puesto de manifiesto una y otra vez.
Primero, para exterminar a Sendero deberán admitir que se trata de una guerra y no de una cacería. Segundo, para exterminar a Sendero deberán hacer enormes sacrificios ante un enemigo que supuestamente no pasa de ser un pigmeo. Tercero, para erradicar a Sendero tendrán que ganarse a la población que siembra la hoja, a la que no cesan de atarantar con abusos y psicosis. Cuarto, para ganarse a la población deberán celebrar acuerdos que estén dispuestos a cumplir, creando las condiciones para desplazar masiva e inmediatamente fuertes capitales para industrializar la hoja o introducir otros igualmente atractivos. Quinto, para quitarle oxígeno a Sendero tendrán que hacer que los narcos los ataquen o que los campesinos no los sientan como su garantía de seguridad. Sexto, para ganarle a Sendero, deberán dejar de ser un ejército de ocupación, para transformarse en agentes de desarrollo y de justicia. Séptimo, para ganarle a Sendero deberán extirpar a los verdaderos capos del negocio ilícito que actúan tras la alianza del Estado Peruano y los Estados Unidos, y que corrompen las fuerzas policiales, el Ejército, los Poderes del Estado y los Medios de Comunicación.
Quitarle la logística a Sendero incumpliendo acuerdos, militarizando la zona, erradicando compulsivamente, satanizando a los campesinos y a sus representantes gremiales es condenarse a un nuevo fracaso, pues los campesinos aceptarán a Sendero como un aliado o como un mal necesario. No se puede apagar un incendio latente y expansivo con más combustible.
Alguien ha convertido este asunto en una conveniente y manejable guerra difusa con la que ganan todos, razón por la que nadie quiere en verdad resolverla, como hemos explicado ya.
Entre tanto, un desconocido contingente senderista, con un contendiente incapaz, con la geografía a su favor, con nexos y aliados múltiples, con escenarios previamente preparados, y con pertrechos cada vez más importantes, con un proceso de recomposición real o no en marcha, resiste en las nubosas, laberínticas y agrestes montañas de cinco regiones lugareñas, y expandiéndose rápidamente al norte, en la frontera con el Ecuador, que abarca corredores geográficos semejantes a los de Vizcatán en Amazonas, Piura, Cajamarca y Lambayeque.
En estos dias flamearon nuevamente sus símbolos en las serranías cercanas a Lima, lo que evidencia que en la capital opera un centro de comando, que el extinto SIN no podrá penetrar sino en un largo proceso de desgaste, que el APRA, como de costumbre, aprovechará para aniquilar a los únicos agentes sociales que pueden frenar a Sendeero Luminoso : el pueblo socialista con sus organizaciones políticas, gremiales y sus grupos autónomos de autodefensa. Como de costumbre, Sendero Luminoso aparece nuevamente para comprometer el proceso nacional de recomposición de la izquierda y de los gremios a los que ellos aborrecen y pretenden someter poniéndolos entre la espada y la pared. Táctica que favorece al Estado y al régimen contrasubversivo y fascista que nos gobierna desde mediados de los cincuenta.
Quitarle la logística a Sendero incumpliendo acuerdos, militarizando la zona, erradicando compulsivamente, satanizando a los campesinos y a sus representantes gremiales es condenarse a un nuevo fracaso, pues los campesinos aceptarán a Sendero como un aliado o como un mal necesario. No se puede apagar un incendio latente y expansivo con más combustible.
Alguien ha convertido este asunto en una conveniente y manejable guerra difusa con la que ganan todos, razón por la que nadie quiere en verdad resolverla, como hemos explicado ya.
Entre tanto, un desconocido contingente senderista, con un contendiente incapaz, con la geografía a su favor, con nexos y aliados múltiples, con escenarios previamente preparados, y con pertrechos cada vez más importantes, con un proceso de recomposición real o no en marcha, resiste en las nubosas, laberínticas y agrestes montañas de cinco regiones lugareñas, y expandiéndose rápidamente al norte, en la frontera con el Ecuador, que abarca corredores geográficos semejantes a los de Vizcatán en Amazonas, Piura, Cajamarca y Lambayeque.
En estos dias flamearon nuevamente sus símbolos en las serranías cercanas a Lima, lo que evidencia que en la capital opera un centro de comando, que el extinto SIN no podrá penetrar sino en un largo proceso de desgaste, que el APRA, como de costumbre, aprovechará para aniquilar a los únicos agentes sociales que pueden frenar a Sendeero Luminoso : el pueblo socialista con sus organizaciones políticas, gremiales y sus grupos autónomos de autodefensa. Como de costumbre, Sendero Luminoso aparece nuevamente para comprometer el proceso nacional de recomposición de la izquierda y de los gremios a los que ellos aborrecen y pretenden someter poniéndolos entre la espada y la pared. Táctica que favorece al Estado y al régimen contrasubversivo y fascista que nos gobierna desde mediados de los cincuenta.
Labels: actores, erradicación de la coca, escenarios, los mismos errores de un lado y del otro., militarización del conflicto social, Sendero Luminoso, tácticas, violencia estructural, Vizcatán
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