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Saturday, February 23, 2008

Final de Partida para el Modelo Petrolero Mundial

Por Facundo Bazán

Según especialistas y experimentadas empresas de prospección petrolera, hemos consumido algo más de la mitad de todas las reservas mundiales conocidas e incinerado un poco más de un millón de millones de barriles en 13o años. Si consideramos que quedan en reserva aproximadamente 1.2 millón de millones de barriles, y que el consumo mundial diario es de 90 millones, en el supuesto negado de que la tendencia de consumo sea constante, entonces quedarían aproximadamente algo menos de 27 años de consumo. Pero como el consumo aumenta en proporción a la externsión global del mercado, al estimulo constante del consumismo individualista, al crecimiento poblacional geométrico, al incremento del parque automovilístico de bajo precio en cientos de millones en menos de cuatro años, y al despegue de las economías emergentes como las de China, India y otras, entonces el tiempo de consumo petrolero debería calcularse dentro del marco de una generación más. Y si asumiéramos que antes de los próximos diez años nos veremos forzados a explotar el agua del subsuelo o a desalinizar el agua del mar o a reciclar las aguas de todas las ciudades, entonces el consumo de hidrocarburos se incrementará también como resultado de los crudísimos inviernos que el drástico cambio climático gnera. Puestas así las variables, el tiempo que le resta al actual patrón de energía es la mitad del tiempo previamente calculado. Ello explicaría porqué EE.UU plantea el tema del petróleo en los términos de intervención militarista y de rapiña abierta como lo plantea.
¿Quedan más reservas por descubrir en algún lugar del mundo? Con lo último de la tgecnología de prospección se han declarado nuevos yacimientos en el corazón de las cuencas del Orinoco, el Amazonas y el Paraná. Explotarlas significaría talar millones de millones de hectáreas cuadradas de bosques tropicales densamente poblados por miles de millones árboles de arriba de 30 metros de altura. El sacrificio de esos espacios aumentaría el calentamiento global y la desaparición del agua dulce a una velocidad mucho mayor, es decir, en 17 años, por lo que junto a las miles de especies que sucumbirían, también habrían desaparecido los cientos de culturas nativas que de ellas dependen.
Es probable que esta reflexión no modifique en nada la lógica del emporio petroleero mundial, pues ya antes fue consecuente con su lógica al mellar los paisajes virginales del Canadá, Alaska y Siberia, el Golfo de México y buena parte de los mares de Asia y de África. Por tanto, cada vez es más costoso aprovecharlo al precio de guerras terribles y de una depredación imparable. Si se tiene en cuenta que entre Irán, Irak, el Kurdistán, Venezuela, México y las selvas amazónicas se concentra más del 60 % del petróleo ahora disponible, no hace falta una bola de cristal para saber qué puede suceder si el petróleo que queda no expresara más su precio en dólares sino en yuanes o en euros.


Las compañías petroleras no han cesado de comprar las reservas de otras compañías petroleras, en vez de invertir más en exploraciones que son cada vez más improbables. Ello explica la tendencia a practicar fusiones corporativas creando OPAS y movimientos que inestabilizan los índices y las bolsas para hacerse de acciones y capear bancarrotas. Se puede decir sin temor a equivocarse que buena parte de todas las reservas mundiales no son más que barriles financieros o de papel. Las políticas de la OPEP y de las grandes corporaciones privadas severamente criticadas por los países vulnerables en materia energética, lo son porque se sabe que inflan las reservas que declaran, pero no hay forma de demostrar que lo están; eso, sin embargo, no oucurrió con la Shell, cuando con posterioridad a una auditoria les fueron rebajados 4 mil millones de barriles de la noche a la mañana, causando un enorme desconcierto financiero y accionarial.
Lo crítico del agotamiento actual de las reservas de petróleo estriba en que su declive público coincide con el de la menor disponibilidad de agua y de biosfera capaz de neutralizar el calentamiento y el cambio climático drástico que opera en el orbe, por lo que es posible afirmar sin tremendismo que el momento para hacer el giro de 180 grados que necesita la producción mundial, poniendo en marcha otros modelos energéticos, económicos, éticos y ecológicos, es ahora. De no ser así, el agotamiento intempestivo de un modelo sin uno alternativo capaz de entrar en su reemplazo implicaría un tránsito destructivo de los recursos necesarios para el salto a nuevas formas de producción, reproducción, distribución y de civilización.

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