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Wednesday, February 20, 2008

La Antártida ...lo que queda


Han terminado los últimos cónclaves planetarios para considerar el problema del cambio climático, a la luz de los datos más objetivos, frescos e incontrovertibles. Mas, nada se avanzó. Los capitalistas y los que aún quieren serlo... no se detendrán aunque no quede tiempo. A estas alturas, tampoco parar en seco los patrones de consumo capitalistas y de gasto de energía producida por hidrocarburos nos salvaría de los terribles efectos que vemos ahora, Ellos continuarán, aunque pararamos, por los próximos cien o ciento cincuenta años.

El daño ya está hecho. Es demasiado tarde.

Sólo una Revolución Ética, Socialista y Ecologista habría podido parar lo que ahora pasará por todo este siglo. Pero ello debió haber sucedido a finales de los sesenta. Ahora que el Capitalismo y el Imperialismo están acorralados por su frenesí codicioso y por las urgencias de su más grave crisis se ha puesto rabiosamente frenético, dejando aflorar la conjura neo-nazi que está en el fondo de sus órganos financieros, militares, de espionaje, satánicos, donde chapalean los reyes, los aristócratas, los industriales, los banqueros, los intelectuales, los medios periodísticoa y demás gentuzas de la cultura oficial y del stablishmente disimulado, pero evidente.
Casi no queda tiempo para que una revolución sea capaz de dedicar un siglo de sufrimiento a la reconstrucción del planeta para salvaguardar a todas las especias en armonía con la cultura universal y el bienestar humano.

Si no podemos, no queremos, no sabemos o simplemente nos es indiferente este postrer esfuerzo por realizar la clase de revolución que -sin renunciar a la ciencia y a los derechos que supone la dignidad humana- hace falta sea puesta al servicio de la vida, la paz, la igualdad real y la libertad, entonces no podremos siquiera soñar con reconstruir ahora para salvar este siglo el mundo para las generaciones que vienen. Habrá dos clases de homínidos en lo sucesivo : los que hayan logrado escapar fuera del planeta, a los fondos terráqueos o marinos, y los que nos quedaremos en una guerra de todos contra todos en la superficie agónica a administrar los recursos de la agonía global en franca involución.

La virginidad natural empezó a cambiar cuando creamos la cultura para sobrevivirla y sobrevivirnos. Pero la cultura ha creado un monstruo que se resiste a obedecernos porque ha sido puesto al servicio de la negación de áquella y de sus más caros principios y motivaciones. Si no logramos desterrar la codicia, la usura, el egoísmo destructivo, el cálculo instrumentalizador, no habrá entonces forma de armonizar el trabajo, la razón y las ciencias con la naturaleza y con una sobrevivencia humana en dignidad.

Démonos prisa, el planeta se seca, se derrite, se hunde, se depreda y se despoblará en medio de una guerra total por lo que quede detrás del muro de lesyes, dinero y armas con que unos pocos le pondrán a buen recaudo para su utilización egoísta.
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