“De la Página 11 a la Cláusula 8.6, Siempre lo Mismo”
Por Belinda Chang
Camisea, esperanza energética del Perú, con valor estimado en US $ 300 mil millones de dólares, dada en concesión a controvertidas empresas extranjeras, por don Valentín Paniagua, en noviembre del 2000, ha encontrado en la espesura elemental del bosque selvático, muy lejos de Lima, el mejor lugar para ahogar entre verdores y verduzcones la protestas obreras, paros y huelgas locales contra la Techint, la Pluspetrol y otras, respecto a las diferencia de trato, servicios y paga dados a los extranjeros contra los nacionales que laboran en Kiteni, Kepashiato, Palma Real, Ivochote o Echarate. Hace poco, cuarenta peruanos intoxicados con comida que ni los perros del campamento tragarían, grafican la circunstancia en la que la empresa francesa Sodexho estelariza un grave escándalo. Esta proveedora de alimentos tiene como gerente general nada menos que a Martín Quijandría, hijo del ministro de Energía, Jaime Quijandría, el mismo que descuartizó a Petroperú con Fujimori. Sin médicos, sin vacunas, sin seguridad laboral, sin información, sin salubridad, las plagas, las pandemias y los accidentes diezman a la población, mientras las autoridades locales cursan inútiles cartas solicitando se constaten sus denuncias, sin que al parecer importe nada más que salvaguardarle el puesto a don Martín y Jaimito Quijandría, en vez de hacerle justicia a los intoxicados nacionales.
Camisea, esperanza energética del Perú, con valor estimado en US $ 300 mil millones de dólares, dada en concesión a controvertidas empresas extranjeras, por don Valentín Paniagua, en noviembre del 2000, ha encontrado en la espesura elemental del bosque selvático, muy lejos de Lima, el mejor lugar para ahogar entre verdores y verduzcones la protestas obreras, paros y huelgas locales contra la Techint, la Pluspetrol y otras, respecto a las diferencia de trato, servicios y paga dados a los extranjeros contra los nacionales que laboran en Kiteni, Kepashiato, Palma Real, Ivochote o Echarate. Hace poco, cuarenta peruanos intoxicados con comida que ni los perros del campamento tragarían, grafican la circunstancia en la que la empresa francesa Sodexho estelariza un grave escándalo. Esta proveedora de alimentos tiene como gerente general nada menos que a Martín Quijandría, hijo del ministro de Energía, Jaime Quijandría, el mismo que descuartizó a Petroperú con Fujimori. Sin médicos, sin vacunas, sin seguridad laboral, sin información, sin salubridad, las plagas, las pandemias y los accidentes diezman a la población, mientras las autoridades locales cursan inútiles cartas solicitando se constaten sus denuncias, sin que al parecer importe nada más que salvaguardarle el puesto a don Martín y Jaimito Quijandría, en vez de hacerle justicia a los intoxicados nacionales.
Pero no es sólo eso, Pluspetrol, casi sin cobre en el bolsillo (US$ 400 dólares o S/. 1,500 nuevos soles), ganó -nadie sabe cómo- la buena pro e inmediatamente se propuso sacarle al BID US$ 70 millones de dólares, fraguando con doña Elizabeth Britto una mascarada étnica para demostrar que las comunidades amazónicas concuerdan con ellos en materia ética y ecológica, como pretendieron demostrar con la delegación machiguenga que trasladaron a Lima para fungir de audiencia representativa. ¿Bastará ese burdo montaje para que el BID le desembolse lo que le falta para perpetrar lo que a todas luces es una quiebra que cargaremos nosotros? ¿Alguien dirá algo de la muerte acelerada del bosque por tala indiscriminada, ruidos molestos que ahuyentan a la fauna, vertido de residuos a los ríos virginales de la zona, y de las grescas entre peruanos y extranjeros venidos a la zona, en demostración perfecta de lo que hace el capitalismo cada vez que toca los recursos que aspira convertir en valores y en desarrollo?
La concesión de Camisea está plagada desde un inicio de vicios gigantescos. Una empresita, como la Hidrocarburos Andinos SAC, se embolsó inexplicablemente el 10% del contrato, y ahora ha sido reemplazada, inexplicablemente, por la Tecpetrol, sin saberse si existieron, dejaron de existir, se transformaron la una en la otra, que parece no existir, aunque nadie sabe cómo le fueron transferidas las acciones que exhibe, sin saber de dónde las sacaron. Pero Pluspetrol está acostumbrada a sacarse sorpresitas de debajo de la manga, tal como la existencia de la "cláusula 8.6", que otorgaría regalías contraviniendo el espíritu del contrato de concesión, como lo hizo la otrora y archiconocida vieja “página 11”, también en tiempos del aciopopulista don Fernando Belaunde, lesionando al Estado, como se hace otra vez ahora, sin que al parecer nadie se plantee defenderlo serriamente. Tal como parece ser desde que muchos insisten en dejar por sentado que -como en Lima y el Perú no hay mercado capaz de absorber semejante producción gasífera- lo mejor es regalársela a los chilenos y a los brasileños o norteamericanos a precio huevo, o mejor llevársela a Pisco, para apoyo de un comercio internacional más rentable para no se sabe quién.
El periodismo, ante todo esto, calla bellamente, como la amada, porque no sólo está como ausente, sino porque es inexistente. ¿Es que aquí no hay nada que se parezca a autoridades, fuerzas u organización capaces de impedir el fiasco de pasar todo el tiempo por cobayos de los experimentos empresariales de los nuevos piratas y corsarios de alta mar pero de baja estopa?
Labels: Camise, cláusulas fantasmales, concesiones amañadas, gas, muertos de hambre y buena pro, quebras anticipadas
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