Del Imperio de la Ley a la Ley del Imperio
Por M. Odin
En nombre de la “PAZ”, concepto tan generalizado entre los hombres de buena fe, se pretende justificar la imposición de una LEY que –según cierta idea particular y dominante de justicia entre las clases altas- predetermina el destino de los hombres al señalarles, con las formas de su imperativo, los límites de la acción o los procedimientos para la obtención de cualquier propósito.
En la gestación de un “orden mundial nuevo” se imbrican, desde épocas tempranas de la modernidad, factores tan diversos como la creciente integración de los mercados -a despecho de las aspiraciones feudales, primero, las de los proteccionismos nacionalistas, luego, y los antiimperialismos anticolonialistas, después-, los proyectos universalistas burgueses y el internacionalismo socialista del proletariado revolucionario.
En la línea del comunismo iniciado por las herejías medioevales y utopías como la de Bacon en “La Nueva Atlántida”, se inscribe Adam Weishaupt, ex sacerdote jesuita, que, en mayo de 1776, forma el grupo de Los Iluminati. La Secta instaba, como Münzer y Wycklif en su momento, a eliminar todas las religiones e instituciones civiles y gobiernos, reemplazándolos por un gobierno de armonía global al que bautizaron como “El Nuevo Orden Mundial”. Nesta Webster, revela, en su "World Revolution", los entretelones y las metas de este fenómeno, a saber :
1) Abolición de la Monarquía y de todo Gobierno organizado; 2) Abolición del monopolio público de la educación de la niñez; 3) Abolición de la Propiedad Privada; 4) Abolición de las formas religiosas; 5) Abolición del Patriotismo; 6) Abolición de la Herencia; 7) Abolición de la Familia.
Para lograrlo, Weishaupt encontró en el ocultismo el poder para destruir con éxito la Civilización Occidental Cristiana, en una escalada que habría sido cumplida como sigue : 1) 1776, creación de los Iluminati con la meta del Nuevo Orden Mundial; 2) 1823, introducción por Hegel de la Teoría Dialéctica, Tesis x Antítesis = Síntesis; 3) 1848, negación por Marx de las Tesis del sistema capitalista; 4) 1875, presentación del Movimiento Nueva Era como Sociedad Teosófica; 5) 1917, concreción del comunismo Ruso como sistema antitético a Estados Unidos; 6) 1917-45, elevación de Rusia al status de superpotencia mundial; 7) 1945-89, postulación por la URSS de la guerra fría; 8) 1975, inauguración de la Nueva Era; 9) 1990, anunciación por G. Bush, padre, del Nuevo Orden Mundial, luego de la invasión de Irak a Kuwait; plan en el que sigue empecinado Bush, hijo; 10. 1990, la aparente disolución del comunismo; 11. Fusión de Oriente/Occidente, esto es, URSS/USA en un supra-estado, vía Naciones Unidas.
Cuando a mediados del Siglo XX vuelven a despertarse las pasiones del capital, los gobernantes e ideólogos burgueses, continuadores contemporáneos de la doctrina del nuevo orden mundial, aprendieron a hacer del miedo el medio más efectivo para perennizarse en el poder y controlar el mundo. No dudaron en disfrazar su doctrina –la del sistema legislativo internacional hegemónico- con el falso ropaje del seudodemocrata “Imperio de la Ley”. El supuesto básico de este Derecho Internacional sería la existencia de una pluralidad de Estados Nacionales autofundantes, capaces de reconocerse como jurídicamente iguales, y -por tanto- dispuestos a regular sus relaciones por normas jurídicas establecidas de consuno, sin menoscabo de su soberanía, a partir del Tratado de Westfalia de 1648.
En nombre de la “PAZ”, concepto tan generalizado entre los hombres de buena fe, se pretende justificar la imposición de una LEY que –según cierta idea particular y dominante de justicia entre las clases altas- predetermina el destino de los hombres al señalarles, con las formas de su imperativo, los límites de la acción o los procedimientos para la obtención de cualquier propósito.
En la gestación de un “orden mundial nuevo” se imbrican, desde épocas tempranas de la modernidad, factores tan diversos como la creciente integración de los mercados -a despecho de las aspiraciones feudales, primero, las de los proteccionismos nacionalistas, luego, y los antiimperialismos anticolonialistas, después-, los proyectos universalistas burgueses y el internacionalismo socialista del proletariado revolucionario.
En la línea del comunismo iniciado por las herejías medioevales y utopías como la de Bacon en “La Nueva Atlántida”, se inscribe Adam Weishaupt, ex sacerdote jesuita, que, en mayo de 1776, forma el grupo de Los Iluminati. La Secta instaba, como Münzer y Wycklif en su momento, a eliminar todas las religiones e instituciones civiles y gobiernos, reemplazándolos por un gobierno de armonía global al que bautizaron como “El Nuevo Orden Mundial”. Nesta Webster, revela, en su "World Revolution", los entretelones y las metas de este fenómeno, a saber :
1) Abolición de la Monarquía y de todo Gobierno organizado; 2) Abolición del monopolio público de la educación de la niñez; 3) Abolición de la Propiedad Privada; 4) Abolición de las formas religiosas; 5) Abolición del Patriotismo; 6) Abolición de la Herencia; 7) Abolición de la Familia.
Para lograrlo, Weishaupt encontró en el ocultismo el poder para destruir con éxito la Civilización Occidental Cristiana, en una escalada que habría sido cumplida como sigue : 1) 1776, creación de los Iluminati con la meta del Nuevo Orden Mundial; 2) 1823, introducción por Hegel de la Teoría Dialéctica, Tesis x Antítesis = Síntesis; 3) 1848, negación por Marx de las Tesis del sistema capitalista; 4) 1875, presentación del Movimiento Nueva Era como Sociedad Teosófica; 5) 1917, concreción del comunismo Ruso como sistema antitético a Estados Unidos; 6) 1917-45, elevación de Rusia al status de superpotencia mundial; 7) 1945-89, postulación por la URSS de la guerra fría; 8) 1975, inauguración de la Nueva Era; 9) 1990, anunciación por G. Bush, padre, del Nuevo Orden Mundial, luego de la invasión de Irak a Kuwait; plan en el que sigue empecinado Bush, hijo; 10. 1990, la aparente disolución del comunismo; 11. Fusión de Oriente/Occidente, esto es, URSS/USA en un supra-estado, vía Naciones Unidas.
Cuando a mediados del Siglo XX vuelven a despertarse las pasiones del capital, los gobernantes e ideólogos burgueses, continuadores contemporáneos de la doctrina del nuevo orden mundial, aprendieron a hacer del miedo el medio más efectivo para perennizarse en el poder y controlar el mundo. No dudaron en disfrazar su doctrina –la del sistema legislativo internacional hegemónico- con el falso ropaje del seudodemocrata “Imperio de la Ley”. El supuesto básico de este Derecho Internacional sería la existencia de una pluralidad de Estados Nacionales autofundantes, capaces de reconocerse como jurídicamente iguales, y -por tanto- dispuestos a regular sus relaciones por normas jurídicas establecidas de consuno, sin menoscabo de su soberanía, a partir del Tratado de Westfalia de 1648.
En la Actualidad, esos hombres trabajan como particulares o funcionarios de organizaciones estatales y dependencias internacionales. Deben ser ubicados y denunciados. La proclama de esta oscura Fraternidad, “La violación de la Ley, es la destrucción efectiva de la Humanidad”, es una advertencia hecha realidad cuando pasamos revista a los conflictos que justifican editorializando en foros y medios mundiales. Ellos, las burguesías nacionales e internacionales siguen conspirando bajo la excusa de su solidaridad.
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