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Saturday, January 05, 2008

¿Y… a Dónde fue la Plata?


Por Paco Ocampo.

En el portal web del BID, donde consta, entre otras cosas, la tasa de crecimiento económico e inflacionaria de los países de América del Sur, llama la atención el índice de crecimiento obtenido por Argentina (8.1%), durante los dos últimos años, y Perú (7.5%), durante los últimos cinco. Ambos casos han sido frecuentemente citados como ejemplo de que las políticas promovidas por el neoliberalismo garantizan la sostenibilidad del crecimiento como algo perfectamente posible. Sin embargo, el que Argentina deba al Banco Mundial unos 150 mil millones de dólares y Perú unos 40 mil millones, pone en entredicho esa afirmación, salvo que con ello se quiera decir que crecer endeudándose es no necesariamente malo o el único modo de hacerlo.

En el mismo precipicio del cuadro aludido, vemos a un Chile cabizbajo mostrando un escuálido indicador de crecimiento macroeconómico en retroceso al 5.3%, lo que significaría que las grandes empresas chilenas no es que estén abarcando mercados internacionales, sino que están escapando de la pobre capacidad que su país brinda a las cada vez mayores expectativas en cuanto a tasas de retorno de capitales o que simplemente antes de ir a la quiebra, se dan el lujo de exportar sus conflicto a la región, soplando sobre las velas viejas de su retrógrado expansionismo para llegar a nuestras costas, antes de que sus costas desaparezcan bajo el efecto ineludible del derretimiento de los polos.

Crecimiento y deuda son las dos caras de una paradoja, la del tiempo final antes del verdadero comienzo. Chile, Argentina y Perú, alados en las ceras del TLC, emprenden falsamente raudo el vuelo acriollado en pos del sol gringo que les desploma, arrastrados por sus sueños de potencia cuando no han logrado desasirse del peso muerto de sus deudas externas impagables, por lo tanto condenados a la oprobiosa vulnerabilidad de sus mercados internos destrozados y dependientes, cuando los precios internacionales en retroceso muestran palmariamente la debilidad del castillo de naipes construido por el neliberalismo especulador, colonialista y neomercantilista, al bajar el dólar y el oro, mientras suben el petróleo, el trigo y el maíz, cuya incidencia provocará las alzas del costo de vida, la inflación y la recesión, que provocarán las crisis, huelgas y protestas por restricción de fondos para la concesión de salarios de un cierto decoro, y la implementación de servicios de calidad en sectores tan sensibles al pueblo como los de agua, energía, salud, educación, manejo ecológico, infraestructura y prácticas de producción y de promoción de los recursos humanos.

Las intensas prácticas extractivas del oro, el petróleo, la tala y la pesca predatorias han dejado en evidencia que la sobreexplotación del trabajo barato del cholo capacitado pero de bajísimos salarios, y de condiciones de trabajo y derechos en franco retroceso es la verdadera atracción para las inversiones de bajo costo pero de enorme plusvalía y de pingües ganancias exportando desde territorio peruano. A su vez, esa particularidad es la razón de la explosiva propensión de los trabajadores de aeropuertos, puertos, minería, agroexportadoras, y de los que sufrirán el impacto de los complacientes aranceles derivadas de los TLC, los Mall’s y supermercados norteamericanos y chilenos.

Cuando el país crece para pagar la deuda externa en vez de mejorar el salario para agrandar el mercado interno, la dinámica ascendente de las movilizaciones laborales y estudiantiles chilenas son concomitantes con las que se experimentan en Perú por el deterioro del Estado de Derecho, los salarios, los servicios y los derechos fundamentales, privilegiando el pago adelantado de la deuda externa en vez de la que se tienen con los pobres.

¿Donde esta la plata, pues? En la mitología romana Jano es un dios con dos caras que miran a lados contrarios. Jano era el dios de los comienzos y los finales. Ese es el dios de las crisis y de las transiciones, el de los momentos en que se hace patente el umbral que separa el pasado del futuro. Aquellos que desean perennizar el orden de cosas están por eso condenados a sucumbir.
A Jano se le atribuye la invención del dinero, las leyes y la agricultura, pero en Perú, a diferencia de su significado en Roma, augura malos finales.


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