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Monday, January 28, 2008

Colonialistas, Crisis y Conflictos en el Cono Sur

Por Facundo Bazán

En el fondo de los conflictos regionales en la parte norte del cono sur están las posturas antagónicas que Venezuela y Colombia sostienen frente a la actividad de las FARC, que USA explota para obstruir cualquier proceso de integración regional, como usa ahora el diferendo entre Perú y Chile, Bolivia y Ecuador. USA provoca, por ejemplo, entre Venezuela y Colombia, discordias con acciones como la perpetrada por militares cazarecompensas en la captura del dirigente FARC, Rodrigo Granda, dentro de territorio venezolano. Y aunque Chávez es consiciente del propósito norteamericano y no se cansa de cuestionar la estrategia norteamericana en la región, termina haciendo precisamente lo que USA espera cuando denosta a Bush, en los términos en que lo hace, o cuando intercambia frases con Uribe, retira a su embajador y amenaza suspender relaciones.

La madre del cordero está, sin embargo, en que tanto Venezuela como otros países conceden a las FARC el carácter de fuerzas insurgentes, mientras Colombia y Estados Unidos los caracterizan como terroristas, acusando a Venezuela de permitirles usar su territorio como base de operaciones. Por eso, en el Cono Sur hay cada vez más un mayor convencimiento acerca de que la precondición para una integración regional viable, productiva y consistente, pasa por que Colombia sea capaz de resolver políticamente su conflicto interno sin ingerencias ajenas a la región. Sin embargo, cuando se constata esa imposibilidad, la ausencia de acuerdos regionales deja esas cuestiones mal libradas a la presión, el chantaje y la intervención grosera de los Estados Unidos en la región.

En ese mismo sentido, el usar escenarios como Santiago de Chile para auspiciar la Cumbre Iberoamericana del año pasado en pos de “Cohesión Social" sólo ha servido para mal disimular muy fugazmente la cruel desigualdad provocada en la región por las políticas neoliberales y neocoloniales salvajamente implementadas en los años 90, y que ahora pretenden ser “humanizadas” desde los organismos financieros internacionales, las corporaciones petroleras y auríferas, las grandes cadenas comerciales y los vendedores de armas, agua y alimentos.

No obstante, toda esa cháchara de planes y declaraciones no ha podido sino venirse abajo en cuanto Perú ha puesto en manos de la Corte de la Haya el tema marítimo que el país sureño se había negado a tratar bilateralmente. Chile ha desatado, en consecuencia, una escalada armamentista mientras estimula a Ecuador y Bolivia a jugar la partida como sus peones. La cancillería peruana cierra filas con Colombia y Brasil para alcanzar un contrapeso. Pero ganan las empresas que amasan millones sembrando discordias y proveyendo de armas a los que disyuntan a ambos lados de las fronteras. Ese mismo es el cuadro provocado entre Venezuela y Colombia. El último recibe a la tristemente célebre Condoleesa Rice, y el primero responde proponiendo una fuerza militar regional preventiva, arrastrando tras de sí al continente y a Cuba, en su peor momento político.

Por eso no es de extrañar que queden en el piso, como mercancías que no se venden, la reclamación soberana de Argentina respecto de las Islas Malvinas y el rechazo al bloqueo contra Cuba, mientras USA presiona para que las FARC sean declaradas terroristas si se niegan a un plan de liberación de rehenes, al que Chávez se ha prestado complacientemente con éxito, pero que le ha valido más de un incidente bochornoso con Uribe, y que le ha replegado a posiciones más duras, como la de reclamar abiertamente el estatus de fuerza beligerante para las FARC, en trance de perder a Marulanda.

Es evidente que Estados Unidos ha usado, usa y usará todas las forma de guerra como si se trataran de actos políticos legítimos. Su autoproclamado mesianismo histórico internacional les constituye en colonialistas capaces de dar continuidad a su territorio más allá de sus fronteras, a todo costo. Pero estas prácticas predatorias tal vez estén llegando a su fin, ahora que ante la deblacle financiera, comercial e industrial, sus otrora aliados se plantean reemplazarles para huir de una crisis de impredecibles proporciones, que sólo conocemos a cuentagotas, pero a la que están siendo arrastrados todos.
Es cuestión de tiempo para que los Estados Unidos sean desplazados, aunque el Banco de la Reserva Federal queme miles de millones de dólares devaluados para estimular la capacidad de consumo de su inmensa clase media, y Arabia Saudita pretenda salvarles inundando de petróleo el mercado internacional para abaratar el barril en sospechosa sincronía simultánea con el manejo que la administración Bush hace de la crisis financiera que conmueve al mundo.
Empero, petróleo barato, dinero regalado, y tributos más bajos no podrán, sin embargo, capear una crisis que viene de más largo, de más adentro y de más abajo, y que nos pone a todos en la pendiente de un crash internacional o una posible guerra mundial, y una posible situación revolucionaria mundial. Recordar, sin embargo, que el perro rabioso es más fiero cuanto más cercano está su final nos servirá para actuar en la línea de la tendencia general de las fuerzas progresivas que empezarán a destacarse por todas partes sobre el fondo sombrío de un mundo viejo insostenible.

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