Monsanto, un Negrocio nada Santo
Por Mauricio San Miguel
Monsanto, una de las diez más grandes multinacionales del agro y la biotecnología, dedicada a la producción de herbicidas y transgénicos se ha caracterizado, desde sus orígenes, por su falta de escrúpulos, por su práctica del lobby y por los niveles de sobreexplotación tales que sus 15 mil empleados mundiales le producen 6.400 millones de dólares anuales. Todo ello le ha hecho blanco preferido de los movimientos anti-imperialistas, anti-globalización y pro-ambientalistas.
Desde su fundación por John Francis Queeny, veterano de la farmindustria, en St. Louis, Missouri, 1901, se dedicó a proveer de cocaína y cafeína a la Coca-Cola, y fue capaz de registrar como suyo un invento alemán, la sacarina.
A partir de los 20 produjo masivamente ácido sulfúrico, asociado –como se sabe- a la producción de clorhidrato de cocaína e inundó el mercado con las múltiples aplicaciones de los PCB’s. Pese a que ya -a la hora de su producción- habían reservas fundadas sobre sus efectos, desafió en los años 30 investigaciones con altos grados probatorios insistiendo en protegerlos y producirlos a pesar de que su inflamabilidad era absorbida por todo organismo vivo, en sangre, pelo y grasa, vinculándosele al raro efecto llamado “combustión espontánea”.
Para la década del 40 inundó los mercados con plásticos y fibras sintéticas no bíodegradables, provocando tragedias incendiarias como las de Galvestone, Texas, ogenéticas como la de los rellenos sanitarios de plásticos en Puerto Love, lotizados por una inmobiliaria inescrupulosa.
Investigaciones de los años 70 revelarían que los PCB’s y otros cloruros orgánicos aromáticos eran potentes agentes cancerígenos relacionados con desórdenes inmunológicos, reproductivos y de crecimiento. Su alta afinidad química con la materia orgánica la hace responsable de las dramáticas tasas de bioacumulación y su extensión a la cadena alimenticia.
A pesar de que en los 80’s la Agencia de Protección Medioambiental catalogara al estireno y poliestireno, creados como insumos para envases de productos alimenticios y otros, como el quinto más altamente tóxico deshecho industrial. Aunque la fabricación de PCBs se prohibió en los EE.UU en 1976, sus efectos destructores y tóxicos persisten en el mundo entero, mientras que la Monsanto, bajo otras subsidiarias los produce o cobra por el uso de la patente para mercados no federales, es decir para mercados coloniales con Estados sin vocación de control.
En esa misma estela, otra joya abominable de su arsenal es el Agente Naranja, mezcla de dos herbicidas : el 2,4-D y el 2,4,5-T, usados como defoliantes por el ejército estadounidense en la Guerra contra Vietnam, para dejar pelar los árboles y localizar a los vietcongs desde el aire, desde donde luego recibían otro defoliante más, hasta dejar a los revolucionarios sin vida, el temible napalm, producido y comercializado por la Bayer, en la que incluso el Vaticano tenía inversiones. Esos defoliantes se siguen usando en las selvas latinoamericanas para atacar a los revolucionarios bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico.
Sólo cuando frente a las terribles mutaciones provocadas la propia tropa norteamericana denunció las secuelas , una acción judicial promovida diez años después del fin de la Guerra con Vietnam, fue posible parar formalmente a las compañías químicas que lo producían, entre ellas Dow Chemical, Monsanto y Diamond Shamrock, obligadas a desembolsar apenas 93 millones de dólares americanos para indemnizar a los soldados norteamericanos pero no a los millones de vietnamitas asesinados. En una muestra de lo hipócrita que puede ser el sistema legal de las democracias occidentales, Jack Weinstein, es el mismo juez que accedió al caso de los veteranos de guerra estadounidenses ha rechazado las demandas presentadas por la Asociación Vietnamita de Víctimas del Agente Naranjaen a favor de las 4.000.000 de víctimas vietnamitas del agente naranja, con el argumento de que no hay bases legales, como si en el Common Law no se admitiera sustanciar derechos a partir de principios o razonamientos en ausencia de leyes.
Monstruosidades como la somatropina o vacuna del crecimiento, causante de las “vacas locas” o la hormona transgénica BST, aplicada a los bovinos, que han sido prohibida en buena parte del mundo por sus efectos nefastos en animales y consumidores, pueden ser vendidas a los mejicanos escondiendo sus terribles consecuencias amparadas en una aprobación de “inocuidad” lograda con maña por la agencia reguladora de los Estados Unidos, manejada por la nada santa Monsanto.
En el centro mundial de producción de PCB de Monsanto, en los suburbios de St.Louis Este, Illinois, suburbio económicamente subdesarrollado, se desarrollan de manera crónica allí y al otro lado del Mississipi una serie de cuadros infantiles, como las más altas tasas de muerte fetal y nacimientos prematuro, así como de asma.
Labels: cancerígenos, herbicidas mutagénicos, lobbys, Monsanto, transgénicos, y otros escándalos de envenenamiento global
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